Han tirado cientos de octavillas en el centro neurálgico, en la Plaza de España. Enarbolado la bandera marroquí, las correspondientes fotos de turno en esta gesta sin igual, todo ello colgado de la red, transcurridas escasas horas. Han conseguido ese golpe de efecto que buscaban con una facilidad pasmosa, lo que venderán como héroes y valientes patriotas.
En este día 7 de transición festivo, en una Melilla en calma, todo ha sido un “coser y cantar” por lo que me gustaría a mí saber de nuestro frágil control fronterizo o de elementos de interior en esta campaña orquestada, calienta motores de la anunciada manifestación programada para este sábado 11. Se permiten llamar a la acción y denuncia a los marroquíes hermanos de la Ciudad, a los que habrá que ver para hacerles la gran foto y descubrir su doble lenguaje e intereses, esperanzados en recibir favores en un futuro por la causa.
Está claro que hay que extremar el control fronterizo, poniendo el máximo de trabas a estos desplantes. No se les puede permitir ni una más, pues los protagonistas de la película se la están creyendo, alentados por la permisividad o aliento de la oficialidad alauita. Y nuestra Trinidad sigue, erre que erre, diciendo que todo está controlado, que no pasa nada, que confiemos en las buenas relaciones de “vecindad”, ahora con más control mediático de los controladores, desviando la atención ante circunstancias que requieren “saber estar a la altura” Y esto no lo vemos, subiendo la adrenalina y el cabreo tocándonos muy cerca.
Nos están tirando un pulso y cabe una respuesta contundente, para que vean los que rompen la deseada buena relación, cuanto pueden perder y que empiecen a sentir los efectos de comerse el “marrón” de sus miserias. Todo no puede quedar en no querer verlo, en apaciguar el discurso permanente y engañosamente, haciendo falta hechos, por propia credibilidad y orgullo.
Si algunos hubiésemos estado en la acción de referencia, seguro que se lía ante tan impropia provocación, coordinada, nada espontánea, a los que hay que cortar las alas con la aplicación de la legalidad vigente, evitando así males mayores que pueden y no es deseable surgir de la ciudadanía, cuando sus dirigentes están por otros menesteres. Cuidado que el tema es delicado, que ante provocaciones no nos vale dar la espalda minimizando lo que es la avanzadilla de momentos y tensiones, que se crecen ante la falta de respuesta.
A ver como reacciona la clase política del gobierno central, me consta lo hará la propia, el delegado del Gobierno todo equilibrio. Y así lo espero de los melillenses españoles musulmanes y de otros credos, ejemplo de convivencia y de compartir proyectos en libertad bien ganada, pero que no nos sigan tocando la moral y los cataplines, que aquí no hay colores, que somos un todo...un pronunciado respiro.