La inminente llegada de los comicios municipales no está sentando bien en algunos sectores. Existe miedo, demasiado, al otro y eso hace que se cometan torpezas porque el miedo se traduce en nerviosismo y el nerviosismo en errores. Los expertos en vender humo ya empiezan a soltar por los corrillos políticos informaciones con mayor o menor veracidad que si antaño no pasaban de ser un mero rumor, ahora se convierten en algo sorpresivamente dañino. Desde que el defenestrado perdiera el poder mucho se está hablando de él, de sus supuestas venganzas, de sus intereses, de sus presiones... Ahora el debate está en los movimientos que estarían dando los fieles escuderos por captar el mal llamado voto moro y por generar crispación en determinados sectores. Lo que en tiempos se tomaría como una cuestión propia de un mundo en el que crecen los fantoches y crían los sinvergüenzas, se entiende hoy como una amenaza. Esta situación se traduce en miedo y da lugar a que quienes se sienten amenazados empiecen a pedir protagonismo a los partidos satélites: esos grupos minoritarios que no tienen proyecto alguno ni capacidad para obtener representación pero que hacen el juego sucio para restar votos a los demás partidos bajo promesas de que algo caerá, ya me entienden.
Vivimos tiempos convulsos en los que los programas o las ideologías murieron y los partidos salen a la palestra con dos únicos objetivos: buscar titulares mediáticos con denuncias carentes de fundamentos o estudiar la manera de tapar los escándalos manteniendo esa máxima de que se puede trincar, se puede manipular, se puede tener la mano más larga que la mirada mientras no me pillen. Y en este juego hay auténticos expertos.
El electorado avanza y sobre todo madura. Aunque sigue habiendo un elevado tanto por ciento de personas que votan con la barriga, cada vez es más difícil practicar el engañabobos o creer que con chantajes se puede tener controlado a todos los sectores.
El miedo en política es mal compañero y ni siquiera esos vividores con disfraz de asesor encargado de guardar al pequeño dios sirven ya para que su estrategia salga adelante.