La inminente visita del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, se presenta como una de las más importantes debido a lo que se espera de ella. La educación está en crisis: colegios masificados, aulas prefabricadas previstas como única salida, unas tasas de fracaso escolar demasiado elevadas, profesorado en pie de guerra y una dirección que no hace más que enviar informes a Madrid denunciando la situación que le toca controlar. Es el momento en que los políticos deben dar la talla, sacando beneficios de una visita que debe dar algo más que promesas, sencillamente porque está en juego la educación de nuestros hijos que ahora está cogida entre alfileres. La educación es el mayor tesoro que puede trasladarse de generación en generación, de ahí que haya que impedir que la brecha hoy abierta vaya a más, dejando a nuestros hijos condenados a recibir una enseñanza que no es la adecuada. De Gabilondo esperamos obtener algo más que buenas maneras, promesas y muchas fotografías, que es a lo que nos tienen acostumbrados otros ministros. A eso y a proyectos y promesas que se pierden en el tiempo porque nacen sin fecha de caducidad. Así mal vamos.
De momento se han previsto charlas, encuentros y hasta habrá citas en la agenda distribuida en dos días. El protocolo manda pero lo que urge son acciones, conclusiones y medidas para mejorar una educación que está presta para su ingreso en la UCI. Y esto es algo que reconocen todas las partes, hasta la propia dirección provincial que ha escrito mil y un informes narrando la situación en que se encuentran.
La escolarización a la que nos hemos enfrentado este año ha desestabilizado aún más el sistema. La que se avecina puede ser aún mayor en número, y sin centros sobre el papel, el panorama se presenta complicado y demasiado negativo como para ser asimilado con la normalidad que busca la clase política. A esto Gabilondo debe dar respuestas, como también debe arreglar un sistema clasista donde los haya, en donde todavía permanece esa rivalidad entre centros que hace que incluso desde las altas esferas se hagan comparativas del sistema educativo que una administración pública no debe permitir. Todos los padres tienen el derecho a que sus hijos obtengan la misma formación procedan del colegio que procedan, la falta de medios materiales y personales del que los padres no tienen culpa no puede ser el motivo de unas tasas de fracaso escolar que se nos van de las manos.
La semana que viene debe traer imperiosamente soluciones. Todo lo demás, será un fracaso.