Es un recipiente que se utiliza en metalurgia y en joyería, fundamentalmente para dos cosas. La primera es fundir varios metales para obtener uno nuevo, en el que CADA UNO DE LOS ORIGINALES PIERDE SU IDENTIDAD en beneficio del metal resultante. La segunda aplicación de un crisol es fundir un metal impuro, con objeto de SEPARAR Y ELIMINAR SUS IMPUREZAS.
Recientemente se ha dado carta de naturaleza en nuestra ciudad a una fundación llamada “CEUTA, CRISOL DE CULTURAS”. A la vista del fin para el que se utiliza el objeto de marras en la industria, difícilmente se le podía encontrar un nombre más desafortunado. ¿Se pretende transmitir que Ceuta es una ciudad en la que se mezclan las culturas con el objetivo de que todas pierdan su identidad para la creación de una cultura nueva? Seguro que no. ¿Se pretende acaso purificar una de las culturas, eliminando a las otras, que la hacen impura? Rotundamente tampoco. Entonces…. ¿a qué viene el nombrecito?. Las formas son, en política, tan importantes como el fondo.
El fondo parece ser dar a conocer a nivel nacional e internacional nuestra ciudad como “crisol” (será la última vez que emplee este término refiriéndome a mi ciudad). Cabe preguntarse qué lugar va a ocupar la Fundación Premio Convivencia, con galardonados de renombre, pero que no está teniendo la repercusión mediática deseada. En los tiempos que corren, y con la inversión realizada, ¿no sería más serio y rentable potenciar la que ya existe?.
Se ha nombrado, al frente de la recién alumbrada Fundación, al durante 17 años diputado del Partido Popular Francisco A. González. Tras tantos años codeándose con los padres de la patria, seguro que tiene una agenda llena de buenos contactos, y sería un error desperdiciar tamaño bagaje. Si puede, debe utilizar esas relaciones para continuar sirviendo a la ciudad que tanto confió en él. Peeeeero…
……La ciudadanía sigue percibiendo que, entrar en política, termina siendo una carrera y una forma de asegurarse el futuro, ya que el partido se encarga de ello si le has servido con lealtad. Y que los candidatos políticos lo hacen pensando más en su provecho que en el bien común, y de ahí los codazos para formar parte de una lista. Ello no debe seguir siendo así, y algo tiene que cambiar. Urge que los partidos que nos representan cambien y hagan cambiar el chip a sus afiliados, candidatos, y cargos, para que posteriormente el ciudadano haga lo propio y deje de percibir al político como un “profesional” que lo que pretende es asegurarse el futuro, en lugar de un servidor público. Urge una profunda regeneración política.
Conclusión: Reservas fundadas en la elección del responsable de la recién creada fundación (el tiempo dará o quitará razones sobre si solamente va a calentar el sillón o a cumplir con las expectativas depositadas en él). Oposición frontal por lo innecesario de la creación de la misma fundación (van a haber dos con parecidos objetivos). Y desafortunada elección del nombre de la misma, que además de prestarse a equívocos, es extraordinariamente cursi.
Crisol. ¿Quién habrá sido el “paridor” de semejante engendro verbal para dar nombre a la fundación?