No siempre coincidirán el mes sagrado y de ayuno del Ramadán con las Feria del Mar y patronal. Eso lo marcará la Luna familiar, enigmática, próxima e inspiradora. La ubicación de estos últimos años se ha de decir es idónea, habiéndose optado por la centralización espacial. La riqueza, el colorido, las casetas y atracciones la convierten en un evento a lo largo de nueve días, muy digno y gratificante.
La seguridad, infraestructuras, austeridad me consta este año especialmente, son y justo es reconocerlo, avances difícilmente cuestionables, si somos rigurosos y hacemos prevalecer opiniones desligadas de intereses partidistas.
Convivencia, buen royo, precios más que asequibles en las consumiciones o soportables en los pelotazos a ritmo disco, con té y churros al puro estilo “melillense”. De momento todo va bien, pero surgen los “peros constructivos”, si así se aceptan, pretendiéndose con ello aportar elementos de debate, valoración de pros y contras, con la riqueza y objetivo de alcanzar, porque no, la “sabia síntesis que no piedra filosofal alquimista”.
Y me dirán, concrete, concrete y no divague, a lo que me sumo esforzándome por tendencias bohemias y navegaciones extracorpóreas impertinentes que me asolan, entrando en la cuestión.
Carecemos de una Comisión ciudadana de Fiestas y en ellas “feria”. No me vale el ya existe el mecanismo. Hablo de uno que represente el tejido asociativo plural, que represente valores e intereses intergeneracionales y multiculturales. Lo concibo como fórmula aglutinadora e implicación por la base, nada asamblearia sino con capacidad de debate serio y sosegado, suma de voluntades y la satisfacción de llegar por corresponsabilidad a establecer calendarios, contenidos, enfoques, sin acritud, menosprecio y voluntad y valentía política para ello.
Hay sectores de nuestra juventud que se sienten poco representados, escuchados y por ende, partícipes. Le faltan elementos de nuestra riqueza multicultural, y no se me ofendan, pero Melilla no es sólo cultura andaluza respetabilísima, sevillanos y faralaes. Faltan toques en una identidad “arcoiris”, sensibilidades y sentimientos, sin duda que engrandecerían por sí la ya más que loable convivencia, en esta gran familia y crisol de buenas voluntades.
El “tempo ferial” puede ser explosión metafórica controlada y bien planificada de eventos culturales, exposiciones, moda, grupos y artistas locales a promocionar, actos deportivos (mediamarathón, ciclismo,...), un rico elenco de actividades, siguiendo un criterio de descentralización en espacios a contemplar. Las entidades, las asociaciones ciudadanas y vecinales pueden ser un mostrador de su riqueza, intereses, prioridades de ciudad más allá del folckorismo y gastronomía, hoy por hoy, con excesivo peso y o me pesa por ser proclive a la glotonería y buen jantar y copas.
Como bien dijo Sir William, Shakespeare para más señas, “si todo el año fuera fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar”, y yo le digo desde la distancia histórica: vente pa Melilla, aprende a disfrutar, eso sí, con todo ceremonioso trato ¡admirativo!.
Con esta muestra de peros, sólo pretendo hacer público, inquietudes, ideas, en un ciudadano más que en uso libre del ‘boca a boca’, puede que tenga el privilegio de salir en los medios, en nuestros medios informativos, que cumplen con su estimable función no exenta y aplaudo, en generar opinión para gusto, disfrute o incomprensión del afortunado y ‘activo o circunstancial informante’, café en mano.
Bueno que esto sigue, que a lo hecho pecho, que no es para hoy y el calor aprieta y me esperan los ‘coleguis’, saliendo en estampida andarina paseo marítimo abajo, con el referente del ‘Edificio V Centenario’, más luces que sombras y el guiño de cuando en cuando, a la Luna, a nuestra Luna contemplativa.
Que siga la fiesta, que la disfrutemos, que el ayer y el mañana se encuentran en el ‘hoy’, pues a vivir el encuentro. Llaman al teléfono, me lo esperaba por dar tantas largas a la salida, pero es que... por fin el punto y final.