El gobierno israelí lo sabía, lo tenía controlado y ha actuado con descontrol, violando el Derecho internacional humanitario, los Derechos humanos, la dignidad y la libertad. La flota, que en misión pacífica pretendía atravesar el bloqueo de Gaza por mar, ha sido atacada de una forma desmesurada por un ejército al que se le oponían cooperantes de más de sesenta nacionalidades, escritores, parlamentarios de la UE, algún que otro Premio Nobel de la Paz, profesores...según el sionismo, porque estaban abducidos por Al Kaeda. Puro y duro terrorismo de estado el dirigido por Nethanjahu, quien no parece olvidar las palabras de Golda Meir, “habrá paz en Oriente Medio cuando los árabes amen a sus hijos tanto como odian a los judíos”, transcurridas varias décadas. Así se crean las condiciones para una paz necesaria y el reconocimiento de un pueblo que aspira a su territorio libre de colonos y opresión, sobre el que se ejerce un lento holocausto del que no parecen haber aprendido, ante el fracaso de la comunidad internacional, ONU incluida, quien, y no es para reír, no vale ni para cambiar pañales. Su Consejo de Seguridad se reúne de urgencia con Ban-Ki Mon a la cabeza para hacer declaraciones y teorizaciones de condena que no llevan a nada y ante planteamientos más fuertes, derecho de veto USA y allegados dándole satisfacciones a los lobbies judíos del capital y patrocinadores de su política imperante, diga lo que diga Obama a favor del multilateralismo por global.
He firmado días atrás el manifiesto de apoyo a la flotilla de seis barcos dirigida por la ONG turca Insadi Yardim Vakfi, reconocida por las Naciones Unidas, pero su cargamento con 500 vehículos para discapacitados, suministros médicos alimentos, material educativo y casas prefabricadas no ha podido llegar. Ese era parte del armamento transportado por los cooperantes a quien Israel, que no su pueblo, ha intentado masacrar en aguas internacionales o usurpadas a Palestina.
Las autoridades internacionales han de pronunciarse y dar un severo correctivo y sanciones al agresor. La política de cruzar los brazos y no actuar, esperando no se sabe qué, acelera la agonía de un pueblo que resiste y busca sin desmayo su identidad, territorio histórico y futuro.
Luisa Morgantini, Vicepresidenta de la UE, creo que nada dudosa en sus relaciones, afirma y argumenta el derecho de Gaza a ser libre, el ‘no’ al bloqueo denigrante e inhumano, mientras en las calles de Tel Aviv el pueblo coherente, sano, a miles, reclama a gritos “no queremos ser enemigos y que se detenga la ocupación y la masacre”. ¡Dios en qué mundo estamos viviendo!, se lamenta ella exigiendo respuesta internacional contundente.
Personalidades como Hennig Mankell, escritor sueco; Mairead Corrigan, nobel de la paz de la bella y verde Irlanda, y tantos otros, hasta 750, tienen razones para justificar y alentar su lucha por la justicia y la solución del conflicto, que nos puede llevar a una situación inestable de consecuencias pre y bélicas nunca deseables.
Todavía se oyen lamentos de la operación Plomo fundido de Enero del 2009 y sus más de 1.300 palestinos caídos, niños, civiles, los más desprotegidos. Se impone establecer un coro mundial de voces que clamen y exigen el fin del genocidio, la comunidad política internacional no puede permanecer indiferente, nuestros gobiernos nacional y local, tampoco. No vale el pasar y descomprometerse cuando anunciamos y nos vanagloriamos de nuestra excelsa y modélica convivencia y multiculturalidad. ¿Son simples y hueras palabras o simples intereses?
Me animan y reconfortan las palabras del líder de la paz Mahatma Gandhi cuando nos decía que no había camino para la paz, que la paz era el camino; que si se aplicaba el ojo por ojo nos quedaríamos ciegos y quenos dejáramos morir al Sol hasta que muriesen nuestros rencores. Qué sabiduría, que fondo a impregnar mentes que aplican lo que les hizo ceniza en crematorios del totalitarismo y la pureza de la puta y única raza universal.
¿Por qué sigue Palestina ocupada? Por nuestra indiferencia y falta de sentido solidario universal, pues nos siguen dominando los nimios problemas del entorno próximo, del bolsillo y resultado inmediato, escueta cortedad de miras, debilidad.
He firmado días atrás el manifiesto de apoyo a la flotilla de seis barcos dirigida por la ONG turca Insadi Yardim Vakfi, reconocida por las Naciones Unidas, pero su cargamento con 500 vehículos para discapacitados, suministros médicos alimentos, material educativo y casas prefabricadas no ha podido llegar. Ese era parte del armamento transportado por los cooperantes a quien Israel, que no su pueblo, ha intentado masacrar en aguas internacionales o usurpadas a Palestina.
Las autoridades internacionales han de pronunciarse y dar un severo correctivo y sanciones al agresor. La política de cruzar los brazos y no actuar, esperando no se sabe qué, acelera la agonía de un pueblo que resiste y busca sin desmayo su identidad, territorio histórico y futuro.
Luisa Morgantini, Vicepresidenta de la UE, creo que nada dudosa en sus relaciones, afirma y argumenta el derecho de Gaza a ser libre, el ‘no’ al bloqueo denigrante e inhumano, mientras en las calles de Tel Aviv el pueblo coherente, sano, a miles, reclama a gritos “no queremos ser enemigos y que se detenga la ocupación y la masacre”. ¡Dios en qué mundo estamos viviendo!, se lamenta ella exigiendo respuesta internacional contundente.
Personalidades como Hennig Mankell, escritor sueco; Mairead Corrigan, nobel de la paz de la bella y verde Irlanda, y tantos otros, hasta 750, tienen razones para justificar y alentar su lucha por la justicia y la solución del conflicto, que nos puede llevar a una situación inestable de consecuencias pre y bélicas nunca deseables.
Todavía se oyen lamentos de la operación Plomo fundido de Enero del 2009 y sus más de 1.300 palestinos caídos, niños, civiles, los más desprotegidos. Se impone establecer un coro mundial de voces que clamen y exigen el fin del genocidio, la comunidad política internacional no puede permanecer indiferente, nuestros gobiernos nacional y local, tampoco. No vale el pasar y descomprometerse cuando anunciamos y nos vanagloriamos de nuestra excelsa y modélica convivencia y multiculturalidad. ¿Son simples y hueras palabras o simples intereses?
Me animan y reconfortan las palabras del líder de la paz Mahatma Gandhi cuando nos decía que no había camino para la paz, que la paz era el camino; que si se aplicaba el ojo por ojo nos quedaríamos ciegos y quenos dejáramos morir al Sol hasta que muriesen nuestros rencores. Qué sabiduría, que fondo a impregnar mentes que aplican lo que les hizo ceniza en crematorios del totalitarismo y la pureza de la puta y única raza universal.
¿Por qué sigue Palestina ocupada? Por nuestra indiferencia y falta de sentido solidario universal, pues nos siguen dominando los nimios problemas del entorno próximo, del bolsillo y resultado inmediato, escueta cortedad de miras, debilidad.