11 subsaharianos consiguieron llegar hasta la playa de Punta Blanca en una embarcación con capacidad para menos de la mitad. Camuflados bajo la niebla lo consiguieron.
Cuando cruzar la otra línea es la única alternativa, se hace todo lo posible por conseguirlo. Incluso llegar al extremo de poner la vida en riesgo ya que la balanza se ha decantado por un único lado posible. Once jóvenes subsaharianos decidieron que la pasada madrugada era su momento, que más allá del espigón de Benzú existían al menos las posibilidades buscadas, así que se hicieron con una ‘toy’ para, empujándola a remos de madera, dirigirla al territorio en donde los gritos de Boza cobran sentido.
‘Capacidad máxima para 4 personas’. Esa es la leyenda del pliego de plástico al que quedó reducida la ‘toy’. Una capacidad que ni respetaron ni quisieron respetar estos 11 varones cuando, en torno a las 5.00 horas, decidieron camuflarse bajo la niebla y emprender camino hacia Ceuta. Las palas de madera, las cámaras neumáticas a modo de salvavidas y los rezos y miradas hacia el único Dios se combinaron para que la travesía terminara sin tragedias.
La ‘toy’ quedó destrozada en el arenal de Punta Blanca, debajo del centro de internamiento, mientras que los inmigrantes emprendían camino hacia Calamocarro hasta que toparon con las patrullas del Instituto Armado. Las ambulancias del ERIE de Cruz Roja les atendieron a pie de carretera, certificando su buen estado de salud casi al mismo tiempo en el que el sol marcaba un nuevo amanecer.
Naturales de Gambia, Sierra Leona, Liberia y Centro África, todos se encuentran en buen estado de salud y han ocupado ya su plaza en el CETI, el lugar convertido en recogida de personas cuyo tránsito queda restringido por la particularidad de la aplicación de las leyes en las ciudades de retención en que se han convertido Ceuta y Melilla para garantía del Gobierno central. Un viaje más, el de ayer. Pero un viaje distinto. Al menos para muchos. Al menos para ellos.
Para ver el vídeo, entre AQUÍ