La amplia mayoría de las entradas de inmigrantes que se están produciendo en los últimos meses tiene una nota común: el uso de pateras a motor matriculadas en Ceuta cuyo robo es denunciado tan solo horas antes de emprenderse estas travesías clandestinas.
Lo que empezó siendo una anécdota se ha convertido en algo usual. Y ésto no hace sino demostrar que existe una trama organizada de individuos que se dedican a la captación de dichas embarcaciones, traslado a Marruecos y entrega para que sea empleada en el pase de subsaharianos, aprovechándose de la situación desesperada que se vive al otro lado de la frontera.
Cada vez que el Servicio Marítimo interviene una de estas embarcaciones, la Policía Judicial abre su oportuna investigación. Y siempre sucede lo mismo: son pateras en su amplia mayoría matriculadas en Ceuta, que han sido robadas y cuya sustracción ha sido denunciada (aunque hay ocasiones en las que no) en un plazo máximo de 24 a 48 horas antes de que dicha embarcación termine apareciendo en cualquier punto de la costa o cargada de inmigrantes en alta mar.
Salvo casos excepcionales en los que las pateras intervenidas son de Marruecos, la procedencia de las embarcaciones es siempre la misma, dándosele una utilización delictiva a unas pateras que ya dejaron de fabricarse, llegando a cerrarse incluso los pocos talleres en los que se procedía a su arreglo y cuya ‘vida laboral’ está reducida prácticamente a la pesca.
El tiempo que transcurre entre el robo de la patera y su posterior hallazgo cargada de inmigrantes o embarrancada es mínimo, no superando los dos días. Son los propios subsaharianos los que llevan la patera, sin contar con piloto alguno, eliminándose cada vez más los riesgos que pueden derivar de arrestos de personas implicadas en este negocio.