Los empresarios del polígono del Tarajal están desesperados. La situación de inseguridad que se produce en la zona va en aumento y no parece que las intervenciones llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad estén sirviendo para que se restaure la tranquilidad perdida.
Ayer, sin ir más lejos, se volvieron a producir extorsiones a porteadores que pernoctan en la zona, reyertas violentas y hasta un ‘secuestro exprés’, todo esto perpetrado por individuos que acuden al lugar armados con pistolas o cuchillos. La Policía sabe de esta situación puesto que, de hecho, ha practicado alguna que otra detención de presuntos implicados en este tipo de prácticas delincuenciales. Pero el problema está en que no se consigue erradicar la problemática surgida debido al abandono real que se produce en esta parte de la ciudad. Los empresarios acuden con miedo a sus trabajos, temen incluso ser víctimas de lo que está pasando (ya de hecho ha habido episodios en los que comerciantes han sido víctimas de disparos y extorsiones). La situación se ha tornado en insostenible y antes esto cabe adoptar medidas coordinadas y urgentes para que se controle. Los empresarios del Tarajal tienen los mismos derechos que otros, no se les puede desatender ni permitir que los delincuentes hayan tomado este punto como referencia de sus fechorías. Los porteadores, también víctimas de esta inseguridad, temen denunciar lo que sucede y callan las extorsiones a las que son sometidos además de los ataques violentos que sufren en sus propias carnes. No se puede permitir que el descontrol vaya a más. El Tarajal es una bomba de relojería que no puede pasar ni un minuto más desapercibida, convertida en núcleo centralizador de la delincuencia más violenta.