Más de 200 subsaharianos intentaron, sin éxito, cruzar por el espigón en torno a las 4.30 horas. Las fuerzas marroquíes se despliegan con mayor número de unidades en la zona y se ha construido una valla de contención en zig-zag, con concertinas, a pie de playa.
Marruecos ha blindado la zona fronteriza de Beliones para controlar los continuos intentos de entrada de inmigrantes que llevan produciéndose desde el pasado sábado, cuando 87 subsaharianos consiguieron entrar en Ceuta tras bordear el espigón de Benzú o saltar su vallado. Sin ir más lejos, la pasada madrugada, pasadas las 4.30 horas, algo más de 200 subsaharianos pretendieron el pase, pero su carrera a la desesperada fue abortada por las fuerzas marroquíes. Las sirenas de alerta despertaron a la barriada de Benzú, al igual que lo hicieron con los vecinos del pueblo fronterizo de Beliones, ya acostumbrados a este tipo de situaciones. De hecho, el de ayer es el cuarto intento de entrada que se lleva a cabo desde el pasado sábado, en lo que, policialmente, ya se interpreta como un ‘efecto llamada’ motivado por el éxito del acercamiento del fin de semana, tal y como han informado fuentes de toda solvencia a El Faro, que en sus distintas ediciones ha estado informando de estas intervenciones.
Ninguno de los subsaharianos consiguió acercarse siquiera a la playa, quedando embolsados por las fuerzas marroquíes antes de que pudieran descender hacia el pueblo. Viendo que alcanzar la zona fronteriza era un imposible, los protagonistas desistieron de su actitud. Habían intentado aproximarse formando distintas filas y uniéndose entre sí, como si constituyeran un bloque humano imposible de verse desestructurado.
Las fuerzas de seguridad marroquíes han dado forma a un auténtico búnker en su zona fronteriza de control al estilo del que ya existe desde hace meses en el Tarajal. Además de que la presencia de agentes se ha incrementado de forma notable, también lo ha hecho el número de vehículos y puntos fijo de control ubicados antes de llegar a la playa, a modo de primer cordón de bloqueo para evitar lo que sucedió el pasado sábado.
A esto se le une la ‘construcción’ de un muro en su territorio, a pie de playa, hecho a base de vallas como las típicas usadas en la obra que, dispuestas en zig-zag como si constituyeran un corredor terminado en forma de concertinas, pretende servir para hacer un penúltimo bloqueo antes de que los inmigrantes puedan aproximarse al espigón.
Estas son las medidas que se aprecian a simple vista, medidas que han alterado la rutina diaria del pueblo de Beliones que se ha convertido en un asentamiento militar y policial. Sus vecinos viven con cierta incertidumbre todo lo que está ocurriendo. “Nos dan pena, pero también tenemos miedo porque ha habido veces que se meten en nuestras casas”, explicaba un residente a El Faro. “Como ellos no conocen bien por dónde van, tienen miedo y se meten en cualquier vivienda... eso a los vecinos les inquieta”, añade. No solo hay miedo a lo desconocido, también pesar por la situación en que se encuentran los inmigrantes, aunque hay vecinos que rechazan siquiera ofrecerles comida ante el temor de ser advertidos por las fuerzas marroquíes y acusados de prestarles ayuda. Ya ha habido casos de jóvenes que han sido golpeados cuando solo estaban contemplando intervenciones de las fuerzas de seguridad.
Por su parte la Guardia Civil mantiene controles en todos sus posibles puntos de presión, también en el perímetro.
Mayor presencia de unidades marroquíes
Se han instalado tiendas y se ha dispuesto un mayor número de camiones y furgonetas con soldados, hasta el punto de convertir Beliones en una especie de asentamiento militar para frenar lo que ya se teme: el ‘efecto llamada’ por la entrada del pasado sábado.
135 atenciones en 16 servicios distintos del ERIE
El ERIE de Cruz Roja (Equipo de Respuesta Inmediata de Emergencia) atendió en 16 intervenciones distintas a un total de 135 inmigrantes durante una semana. Una cifra elevada porque en la misma se incluye la entrada de los 87 subsaharianos del pasado sábado, que fueron atendidos prácticamente a pie de playa por los voluntarios de la entidad humanitaria. Éste fue sin duda el servicio más complicado de todos, ya no solo debido a la cantidad de personas sino también al estado en que muchos se encontraban, por ejemplo con síntomas de agotamiento, hipotermia y heridas de diversa consideración. Hubo además casos de fracturas que tuvieron que ser tratadas en el Hospital.
A este grupo, el más numeroso, se añadieron más, como por ejemplo los 13 que llegaron en una embarcación a mediados de la semana pasada a los que se sumaron otros 7 que también llegaron por la misma vía hasta San Amaro sin que se toparan con control policial alguno.
Además cabe destacar la entrada, por goteo y presumiblemente en dobles fondos de vehículos, que se han ido sucediendo prácticamente todos los días.
La impunidad ante los actos violentos
Miembros de la sociedad civil marroquí han denunciado “la impunidad de los actos violentos” contra los inmigrantes que tratan de llegar a Europa, cuando se cumplen diez años de una de las peores tragedias humanas ocurridas en la valla fronteriza con España, la de septiembre de 2005.
A través de un comunicado, distintos representantes de ONG marroquíes y europeas recuerdan que estos diez años han estados marcados por “la violencia constante y en ocasiones mortal” en las zonas transfronterizas.
El 29 de septiembre de 2005 perdieron la vida cinco personas y más de cien resultaron heridas. Entre septiembre y octubre de ese año 14 personas fallecieron al intentar atravesar las vallas fronterizas en Ceuta y Melilla.
Tras una reunión celebrada a principios de este mes en Rabat, distintas ONG como la Asociación Pro Derechos de la Infancia (PRODEIN) o el Grupo de Acompañamiento y Defensa de Extranjeros en Marruecos (GADEM) piden que se respete la convención de Ginebra referente a los refugiados y el principio de no expulsión.
Asimismo, exigen que se termine con todo acto de violencia física o moral contra aquellas personas en movilidad trasnacional en las fronteras de Ceuta y Melilla, así como con la “instrumentalización de la lucha contra la trata de personas para llevar a cabo operaciones represivas”. Además, exigen que se permita el acceso a las oficinas de asilo situadas en las fronteras de Ceuta y Melilla a toda persona en busca de protección.