Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de las buenas”, Gandhi
Para todos aquellos que nos ‘movemos’ habitualmente por internet, ya sea en medios digitales, twitter, Facebook, incluso youtube, sabemos que hay una advertencia clave ante algunas noticias que se ha convertido casi en una máxima incontestable: no leas los comentarios.
Y es que en noticias con cierta controversia o con un cariz que no sigue los dictados de la cultura hegemónica, es fácil encontrar a una caterva que haciendo un uso despreciable del anonimato aprovecha internet para sacar todo el odio que lleva dentro a modo de ‘comentario’.
En Ceuta todos sabemos cuál es la cultura hegemónica desde hace décadas, por no decir desde hace siglos. Desde que nací he sido testigo del odio al moro y a todo lo que pudiera tener relación con él por el miedo a que Marruecos invadiese Ceuta, por activa o por pasiva, porque nosotros, los ceutíes, somos los más españoles del mundo. Y eso no es malo, lo de ser español, digo. Lo malo es el odio al vecino, al hermano, a aquel que es igual que tú en lo básico y distinto en lo superficial.
He sido testigo en persona de demasiadas conversaciones ante las que callaba por miedo a no encajar en la sociedad que me rodeaba.
Pero ya tengo una edad en la que callarse/callarme no es una opción.
Y por eso escribo esto.
Volviendo al principio del texto, todos los que me leáis sabréis que por mi profesión y también por mis aficiones personales, estoy al día de lo que ocurre en las redes sociales en Ceuta. De verdad que lo que estoy leyendo en las últimas semanas es para preocuparse. Y mucho.
Desde que estoy en las redes, he visto muchos mensajes de odio a musulmanes, a marroquíes, a argelinos, a MENA, a inmigrantes. Esto es Ceuta y con 42 años no me iban a pillar por sorpresa esos comentarios. Está claro. Pero lo que antes eran mensajes aislados, de mucho troll con pseudónimo y foto de bandera o escudo de equipo de fútbol, ahora se ha convertido en una escalada de comentarios racistas y xenófobos que se están haciendo bola de nieve, una bola de nieve gigantesca y me da miedo pensar en dónde o cómo va a acabar esa bola.
En las últimas semanas he leído mensajes llamando a tomarse la justicia por su mano, hablando de bates de béisbol, de pedradas, de navajas, de reventar bocas… hasta pidiendo campos de concentración para los inmigrantes.
Es cierto que se está notando un repunte de inseguridad, que yo no estoy tranquila si mis hijas tienen que ir a cualquier lado solas o con una amiga, de verdad que me da miedo por ellas.
Pero la forma en que los ceutíes están respondiendo ante esa inseguridad, es mucho más preocupante que la inseguridad en sí misma…
También me inquieta sobremanera que esos comentarios, esa respuesta de odio y venganza, es de personas de mi misma edad o más jóvenes.
¿Qué tipo de sociedad es esta? ¿Es esto lo que queremos para el presente de Ceuta y para su futuro? ¿Es esto lo que queremos para los hijos y nietos de Ceuta?
Si de verdad estamos hartos de la inseguridad, pidamos refuerzos, medios, soluciones a nuestros políticos. Exijamos esas soluciones, si es necesaria una manifestación o dos o cientos, manifestémonos.
No son ellos y ellas los culpables de las miserias de las que huyen o en las que viven.
No son ellos los culpables. Eso es lo que quieren que piensen los de arriba. Los que permiten que personas sin recursos pasen hambre o penurias, mientras se gastan millones en reformas urbanas absurdas o en luces de colores para el consumismo navideño. No son ellos los culpables, los que no tienen empleo, de que haya políticos que gastan en cambiar las flores de los maceteros en vez de en crear viveros de empleo. No son ellos los culpables, los migrantes, de que por intereses partidistas, Ceuta o Melilla se conviertan en un limbo administrativo del que se impide salir a todo aquel que llega a España, a Europa, a buscar una vida mejor lejos de los países que ha saqueado y saquea esa misma Europa. No podemos odiar a un menor extranjero no acompañado porque él no eligió la vida que vive, sin apego sin enseñanzas desde el afecto.
No son ellos y ellas los culpables de las miserias de las que huyen o en las que viven.
Odiar a musulmanes, a marroquíes, a argelinos, a MENA, a inmigrantes, no es que esté mal desde cualquier punto de vista humano, sino que además se volverá en contra de nosotros, de todos los ceutíes.
El odio solo lleva al odio.
Y yo no quiero vivir en una ciudad llena de odio.
¿Y tú?