Godtime, Testimony, Gift, Osairome. Son los nombres de algunos de los últimos fallecidos en el Estrecho. Nombres de niños. Nombres de bebés. Subsaharianos identificados por sus propios padres cuyos cuerpos pueden llegar a no ser recuperados jamás.
¿Hasta cuándo más muertes en el Estrecho? En lo que va de mes han muerto ya diez bebés. Cuerpos que fueron arrastrados junto a los de sus sus madres. El Estrecho se los tragó, haciendo aún más sangrante la herida que insiste en separar los dos mundos.
La última tragedia en el mar ha vuelto a servir para reabrir el debate en torno a las políticas de rescate en el Estrecho. La oenegé Caminando Fronteras ha sido muy crítica en sus denuncias sobre la tardanza en ponerse en marcha los protocolos de búsqueda desde que se llama la atención sobre una embarcación que está en alta mar. Es lo que ha sucedido, de nuevo, en esta tragedia.
“Llamaron para avisar de que se había estropeado el motor y se estaba hundiendo la patera. Hemos llamado a Salvamento Marítimo de Tarifa, que esperaron 40 minutos hasta iniciar la búsqueda. Después, dejaron de rastrear porque decían que ya lo estaban haciendo las patrulleras marroquíes. Sin embargo, reconocieron que no lo habían confirmado, simplemente vieron embarcaciones por la zona. Han pasado dos horas hasta que finalmente les han rescatado”, denunciaba la activista Helena Maleno que, a través de las redes sociales, ha encontrado el canal para poner de manifiesto las emergencias en el Estrecho.
El drama que ha encontrado como escenario el espacio marítimo entre Tánger y Castillejos se repite con demasiada asiduidad sin que ningún organismo se atreva a poner cifras a las muertes. De hecho hay inmigrantes que avisan de su salida para que las oenegés sepan que han iniciado travesía y, de esta manera, puedan alertar a los servicios marítimos para que les auxilien. Otros, en cambio, no lo hacen, sin que se sepa su destino nunca más.
Tras las muertes está el día después. Caminando Fronteras ha denunciado la falta de atención psicológica para los supervivientes que fueron trasladados al puerto de Tánger tras ser testigos de la tragedia. El Estrecho se ha convertido en el gran cementerio de las injusticias, en donde quedan en evidencia los sistemas de control por ineficaces y por no poder bloquear las muertes.