El desempleo lleva años siendo uno de los problemas de mayor calado en la ciudad. Con la crisis económica, la situación de carestía que afectaba a unos pocos ha terminado salpicando a miles de familias, hasta el punto de que hay grupos en los que no entra ni un solo ingreso y todos sus miembros se ven obligados a vivir de la beneficencia.
Porque pedir alimentos o depender de las ayudas puntuales no puede denominarse de otra forma, aunque quieran usarse otros términos políticamente más correctos.
Ayer, en la sesión plenaria se abordaron varios asuntos relacionados directamente con la pobreza, con la necesidad de atender a los niños con necesidades básicas o con la puesta en marcha de un plan de empleo que tenga por objetivo atender a las personas en riesgo de exclusión social. Sobre ambas el PP votó en contra. Una postura que puede ser usada de manera perversa por quienes están acostumbrados a la defensa de unos discursos basados en la pura demagogia, pero que si se analiza desde todos los puntos de vista permitidos arroja una conclusión diferente.
Se ha dicho que no a un Plan de Empleo para familias en riesgo de exclusión porque la Ciudad ya ha hecho sus deberes y ha acordado destinar, entre 2014 y 2015, cincuenta millones de euros para atender precisamente a los colectivos más afectados. Un dinero que se destinará a la orientación laboral, a la formación becada y a la inserción laboral.
Se ha dicho que no, también, a la forma con la que el PSOE pretendía llevar a cabo un plan contra la pobreza. Efectivamente, el partido minoritario en la oposición deberá entender y por fin asimilar que quien lleva las riendas del Gobierno es el Partido Popular y que quien dirige el área de Asuntos Sociales es la consejera Rabea Mohamed quien, por cierto, ya tiene multitud de ideas en su cabeza para destinar el dinero que, contra la pobreza, ha anunciado el Estado. La mayor inyección económica que se va a recibir, en relación a otras comunidades, y que tendrá como destino, por ejemlo, la garantía de los comedores escolares.
Estamos ante situaciones complicadas entendidas y asimiladas por todos los ciudadanos. La oposición hace bien en llevar propuestas, en ejercer su necesaria labor fiscalizadora, pero tiene que entender, también, que la Ciudad tiene una forma de hacer política propia que, por cierto, ha contado con el respaldo mayoritario de los ceutíes. Habrá que respetar la forma que se tiene de trabajo sin que nadie venga a un pleno queriendo presentarse como dueño y señor del mensaje salvapatria tan oportunista como innecesario.