Difícil es no captar que la infraestructura ubicada en pleno corazón de Hadú y rodeada en puntos estratégicos por guardias civiles es una casa cuartel.
Ayer, cinco menores marroquíes que dijeron proceder de Castillejos parece que no lo captaron y se pusieron de acuerdo para colarse en su interior. Dos de ellos lo lograron nada más saltar la valla que bordea la parte de la Comandancia que da al campo de fútbol, siendo detectados por los agentes que prestan vigilancia en el lado exterior. De los dos MENA, uno pudo escapar y el otro sí fue interceptado por los agentes dentro ya del cuartel. Manifestó que desconocían que se trataba de una edificación perteneciente al Instituto Armado pero no especificó cuál era el propósito que perseguía el grupo intentando acceder al interior del centro operativo de trabajo en donde rápidamente se les iba a descubrir, como así fue.
De la historia en cuestión, que roza lo rocambolesco, poco más ha trascendido ya que se evitó que la incursión del menor de edad llevara pareja otro tipo de actuaciones. Los menores marroquíes no acompañados rechazan en su amplia mayoría estar acogidos en el albergue que, de forma momentánea, ha dispuesto la Ciudad Autónoma aprovechando la construcción social de Hadú. Las propias estadísticas que maneja la institución municipal cifran en datos porcentuales irrisorios, que no llegan siquiera al 15%, los de los menores que quieren permanecer en el centro para formarse, ya que la amplia mayoría tiene como objetivo intentar alcanzar la península.
Subsaharianos, en coches y a las puertas del cuartel
Las entradas de subsaharianos que cruzan la frontera ocultos en el interior de vehículos siguen produciéndose, pero es que ahora, quienes se encargan de favorecer este pase, se están dedicando a contar con apoyo extra de menores para que acompañen al inmigrante recién colado hasta las cercanías de la Comandancia de la Guardia Civil con vistas a que el subsahariano acuda allí para que se le entregue al CNP. En los dos últimos días se han registrado al menos dos entradas de subsaharianos de madrugada escondidos en coches cruzando el paso del Tarajal. Los pasadores usan a menores para que les acompañen.