En todo lo que tiene que ver con la problemática de la frontera urge poner encima de la mesa asuntos que evidencian una relajación en los controles que deberían estar ejecutándose, porque, sencillamente formaron parte de acuerdos conocidos. Es el caso de las consignas ilegales. Su existencia fue denunciada por los empresarios ya que tienen mucho que ver con lo que está sucediendo. Hubo acuerdos explícitos de que se iba actuar sobre esos locales que almacenan mercancía, se desconoce qué titularidad tienen y representan un efecto llamada para porteadores que luego intentan sacar bultos por el Tarajal. La realidad demuestra que no se ha hecho lo que se debe. La Ciudad Autónoma se comprometió con los comerciantes y son estos mismos los que ahora les recuerdan que los deberes no se están cumpliendo. Si se quiere aminorar la problemática, grave donde las haya, que se está produciendo a diario en el entorno fronterizo hay que adoptar medidas paralelas que ayuden a controlar la situación. En nada ayuda la existencia de almacenes en donde se apila mercancía con origen desconocido y que termina siendo un reclamo para personas que incluso pernoctan en sus inmediaciones -o lo intentan- y que generan mayores colapsos. El tanto por ciento lo dan los propios empresarios: el 80% de la mercancía es de fuera de los polígonos. De actuarse en este ámbito y de mantenerse la coordinación policial que ayer se puso de manifiesto pero en otras ocasiones se echa en falta, se estaría, cuando menos, avanzando en la aminoración de una problemática que afecta no solo al Tarajal sino a todos los que indirectamente son víctimas: la ciudadanía.