Acusar en estos momentos a la Ciudad Autónoma de Ceuta de la utilización de ágapes y copas de vino, tal y como hizo la diputada de Caballas, Fátima Hamed, en el pleno del pasado martes, aludiendo a facturas con motivo del último Premio Convivencia, es faltar a la verdad. Cada cosa tiene su sitio y cada sitio su cosa. El Gobierno ceutí ha eliminado casi el cien por cien de ágapes desde el inicio de la crisis económica. Salvo el del Premio Convivencia, y que además nada más que se celebra cada dos años. Mayor prueba de austeridad es imposible encontrar.
Todas las copas que se ofrecían con anterioridad como por ejemplo con motivo del Día del Funcionario desaparecieron. Todas las comidas que con anterioridad se celebraban en cada una de las consejerías debido a las fiestas navideñas, ahora se abonan pagando cada uno de su bolsillo. Y así podíamos seguir añadiendo ejemplos y más ejemplos, porque por quitarse hasta se eliminó la del Día de Ceuta, y que se ofrecía al finalizar el acto oficial. En este ejercicio de 2012, nada de nada.
Por tanto, juzgar al Gobierno autonómico de gastos excesivos en copas y comidas porque se haga un acto cada dos años es llevar la demagogia hasta extremos verdaderamente insospechados. El candado en este tipo de actos está echado.
Pero también podemos analizar el propio cóctel que se ofreció en homenaje a todo un Premio Nobel de Literatura como es Mario Vargas Llosa. Una factura de 2.000 euros para 200 personas al finalizar el acto de entrega de la distinción del Premio Convivencia. Si dividimos, el gasto por persona es de diez euros. El contratado fue la Escuela de Hostelería, si se hubiera ido a cualquiera de los establecimientos hosteleros de nuestra ciudad, como mínimo el doble. Si hacemos demagogia, es cierto que nos podíamos haber llevado a todo un Premio Nobel al cafetín de Benzú y se le ofrece un simple té.