Más de un millar de musulmanes se congregó anoche en la Zawiya Al Alawiya, en el día grande de la peregrinación al Cerro de Palma Santa que se celebra en la ciudad desde hace varias décadas. Después de tres días de oración y recogimiento, ayer los peregrinos, ataviados con chilabas blancas que simbolizan la pureza, se reunieron para el gran rezo conjunto. Poco antes de las nueve de la noche, mientras uno de los grupos ya rezaba en el interior de la mezquita, otro atravesaba la puerta que conduce a la Zawiya, cogidos de las manos y cantando, mostrando así su alegría por la llegada del momento más esperado de esta semana.
Los gestos de cariño y respeto se repetían entre los peregrinos que se adentraron en la sala, donde a través de sus rezos se acercaron a Dios.
Desde el pasado jueves centenares de personas procedentes de Marruecos y todos los rincones de nuestro país han ido llegando a la ciudad autónoma para participar en esta festividad religiosa que fue instaurada por el fundador de esta Zawiya, Sied Mohammadi.
Los peregrinos se reunieron entorno a cánticos de alabanza a Dios para venerarlo como parte de la esencia de esta celebración. El objetivo de las cientos de personas que han llegado a la ciudad durante estos días es visitar la tumba del fundador de este centro religioso, que está enterrado en la misma Zawiya, y realizar los tradicionales cantos y rezos sufíes, una forma diferente de entender el Islam basada en la purificación del alma en contacto con Dios con el fin de alcanzar la máxima expresión de felicidad individual. Y es que una de las bases de la mística sufí es enseñar a los que la profesan a purificar el espíritu y acabar con el ego.
El origen de esta tradición se remonta a 1922, momento en el que Sied Mohammadi fue encarcelado en la prisión de Rostrogordo, porque las autoridades de la época pensaban que sus sermones podían ser peligrosos para la seguridad de la zona.
Cinco años después Alfonso XIII excarceló al hombre, que continuó su labor de difusión del Islam entre melillenses y marroquíes.
En aquel momento se establecía en la ciudad este centro de estudios coránicos y predicación al que esta semana llegaron, como desde hace décadas, miles de personas para compartir una misma forma de vivir y sentir el Islam y recordar a su fundador.
La celebración religiosa se abrió ayer, en su día grande, a personas que no son miembros de la congregación religiosa y a las autoridades locales, que como es habitual acudieron a compartir este momento con los peregrinos. El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y el responsable del área de la Delegación de Fomento, Rafael Marín, fueron algunos de los invitados.
El presidente felicitó a los peregrinos y destacó el ambiente de respeto y alegría que se vive siempre en la Zawiya. “Aquí siempre me siento como en casa, porque aquí la religión se vive desde el interior , que es como yo lo entiendo”, aseguró Imbroda.
Mientras los hombres rezaban en otra sala, las mujeres también se acercaban a Alá y preparaban la comida para la cena posterior al rezo. Los peregrinos transmitieron un año más una paz y una alegría que se sentía en todos los rincones de la Zawiya.