Desde por la mañana temprano comenzaron a enviarse mensajes a través de las redes sociales para convocar a los vecinos de la Barriada Miramar a una concentración a las ocho de la tarde, cuando se cumplían veinticuatro horas del atropello mortal a la pequeña Jennifer, en el mismo punto donde había sucedido la tragedia.
Desde casi un cuarto de hora antes de la hora indicada ya comenzaron a concentrarse varias decenas de vecinos de Miramar, pero también llegaron en coche otro grupo de ceutíes desde otros lugares de nuestra ciudad. Los organizadores dieron las consignas sobre que no deseaban ningún tipo de alboroto, ni de gritos, ni tampoco de denuncia contra el conductor que había atropellado a Jennifer. Querían una protesta silenciosa en homenaje a la niña, y también para denunciar lo que desde hace muchos años vienen poniendo el dedo en la llaga: el peligro de los varios pasos de cebra que existen en esta carretera nacional.
Muchas eran las personas que comentaban lo sucedido. Pero también ponían en conocimiento de los asistentes que tres horas después del atropello mortal a Jennifer, resulta que una mujer de edad avanzada fue a cruzar en dirección a la acera que está al lado de la playa y que si no se llega a echar hacia atrás, hubiera sido también volteada por un vehículo que se saltó el paso de cebra y que además iba a gran velocidad. Otro matrimonio que había acudido a la concentración resaltaba que mientras se dirigían por la Carretera Nueva hacia la zona un automóvil les adelantó a gran velocidad en una línea continua.
A medida que iban llegando los participantes se dieron las advertencias por parte de los organizadores sobre como iba a transcurrir la protesta. Un grupo iba a cruzar hasta la acera de la playa, mientras que el resto se quedaba enfrente. A los cuatro minutos exactamente, ambos grupos se encontrarían sobre el paso de cebra cambiándose de acera. Se dejaría transcurrir el mismo tiempo y los que estaban justo al lado del mar volverían a pasar hacia la parte de las viviendas.
Y tal y como se había establecido se cumplió con lo programado. Ni un solo grito, hasta se pidió que se apagaran los móviles, ni un mal gesto hacia nadie. Silencio sepulcral y al final, como homenaje a la pequeña Jennifer un estruendoso aplauso tanto por parte de los participantes, como quienes se encontraban justo en lo alto de la escalera que da a los primeros bloque de Miramar Bajo y que no participaron en la protesta, pero que, sin embargo, si habían acudido como espectadores.
Mientras tanto, la Guardia Civil, con dos vehículos, uno situado en el mismo cruce de la Almadraba y el segundo unos metros más allá del paso de cebra, cortó la circulación durante más de diez minutos, para que este acto de homenaje a Jennifer transcurriera sin ningún tipo de sobresalto.
Aún poniéndose el punto y final, varias decenas de personas se agolparon justo al lado de una farola que está junto al paso de cebra para depositar allí numerosas velas, las cuales encendieron, en recuerdo de la pequeña.
Varios de los organizadores se dirigieron hasta el agente de la Guardia Civil que estaba más cercano para agradecerle la presencia , quien le transmitió su pesar por la muerte de la pequeña Jennifer.