Ingesa investiga sobre cómo prevenir la obesidad infantil y aconseja deporte y una dieta saludable.
El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad informó recientemente de cifras alarmantes en relación con la prevalencia de obesidad infantil. Y es que, según los últimos estudios, el 19 por ciento de los menores de seis a diez años presenta obesidad y un 26 por ciento sobrepeso, por lo que uno de cada dos niños sufre exceso de peso. La ministra Ana Mato puntualizó en sus últimas declaraciones relacionadas con la prevención de la obesidad infantil que, a pesar de los datos, esta “es una tendencia reversible, ya que puede modificarse con pequeños cambios en el estilo de vida, como una alimentación equilibrada y la práctica regular de actividad física”.
El Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (Ingesa) de Ceuta trabaja e investiga sobre cómo prevenir la obesidad infantil entre los más pequeños de la ciudad. Un caso ejemplarizante es el de la doctora Laura Martínez, médico de familia en consulta de Pediatría del centro de salud de la zona III-Tarajal, quien ha concluido recientemente un estudio analítico-descriptivo sobre sobrepeso y obesidad infantil en el centro de salud en el que desempeña sus funciones. El estudio ha sido realizado sobre 40 niños de 3 a 12 años con esta problemática que han acudido a su consulta. En él, la doctora analiza sexo, edad, tipo de dieta, actividad física y antecedentes familiares en relación con cada uno de los casos de obesidad.
Entre los datos obtenidos, destaca la doctora Martínez, “llama especialmente la atención la falta de ejercicio, ya que sólo uno de los 40 niños participantes practica una adecuada actividad física, lo que correspondería a más de siete horas a la semana”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) califica como actividad física adecuada, más de siete horas a la semana; aceptable, entre cinco y siete; e inadecuada, menos de cinco. ”.
En general, la valoración es “positiva” en lo que respecta al tipo de dieta llevada a cabo por los niños del estudio, aunque este dato no hace más que poner el foco de atención en la relación obesidad-vida sedentaria, ya que “se denota que la falta de ejercicio impide percibir los buenos resultados obtenidos en el estudio respecto a la ingesta de productos alimenticios saludables, tradicionalmente identificados con la dieta mediterránea”.
En cualquier caso los padres son un ejemplo para el hijo, por lo que “insistimos a la familia de nuestros pacientes en que son el principal modelo a seguir por sus hijos, así que deben predicar con el ejemplo”, recuerda la doctora. “Ellos deben aprender a comer para así poder enseñar a sus hijos”. Fundamentalmente, todo se reduce a asumir hábitos de vida saludables (dieta equilibrada combinada con ejercicio físico regular) para acabar con esta “epidemia que afecta a medio mundo mientras, paradójicamente, la otra mitad muere de hambre”.
Las claves
Pediatría en el centro de salud
Sin obsesionarse ni dietas estrictas
En las consultas de Pediatría de los centros de salud, las recomendaciones de los profesionales sanitarios a padres y niños pasan por tener una alimentación sana “sin obsesionarles y sin dietas estrictas”. Igualmente, es aconsejable “comer despacio, en familia, sin televisión ni móviles; algo que fomenta el contexto de imitación”, vuelve a hacer referencia la doctora Martínez. Los pequeños de la casa deben aprender a comer y a disfrutar de la comida, “evitando las críticas sobre el aspecto físico ante un posible sobrepeso”.
Dieta mediterránea
Vegetales, cereales y fruta
En cuanto a qué comer, una buena referencia es la dieta mediterránea, rica en vegetales, pan y otros cereales, y aceite de oliva como grasa principal; o bien se puede acudir a la pirámide nutricional o alimenticia. La doctora Martínez insiste en la importancia de comer fruta “al menos una vez al día”.
Mala nutrición
Bollería y zumos industriales
La bollería industrial debería ser eliminada de la dieta de los niños por su alto contenido calórico, de azúcar y grasa, añadió la pediatra. La médica advierte de que los zumos industriales contienen “una cantidad de azúcar similar a la de tres azucarillos; una barbaridad”. Una mala nutrición puede reducir la inmunidad, alterar el desarrollo físico y mental o aumentar la vulnerabilidad a otras enfermedades.