A cuestas con sus bebés, una nigeriana se desplaza de Tánger al zoco vecino para mendigar. El hambre empuja a los subsaharianos que encuentran refugio en los bosques marroquíes hacia las carreteras de Tánger, donde imploran por un trozo de pan, como ya publicó este periódico. Sin embargo, la necesidad incluso obliga a estos inmigrantes a desplazarse hasta las propias puertas de la frontera con Ceuta en busca de la caridad de los transeúntes.
Los ceutíes que cruzan a Marruecos han podido comprobar que, en los últimos meses, la presencia de subsaharianas que mendigan en el zoco de Castillejos acompañadas de sus hijos, a veces en brazos y en otras ocasiones amarrados al cuerpo, ha aumentado. Sin embargo, la imagen de una de ellas llama poderosamente la atención de los viandantes: sobre una manta en el suelo se encuentran Fatima y Mohamed, de unos ocho meses, bastante espabilados y de aspecto saludable, comentan quienes no pudieron evitar fijarse en los bebés en una de sus visitas al país vecino.
¿Por qué la madre, de nacionalidad nigeriana, acude a este mercado? Al parecer, la afluencia de españoles que hacen sus compras en la zona invita a este colectivo a acercarse al municipio marroquí que, por otra parte, tendría mejor mercado que Rincón y alrededores hasta llegar a Tetuán, un atractivo para los ceutíes. Ellos son quienes dejan las mejores limosnas y ellas lo saben.
Maribel Lorente, presidenta de la Asociación por la Dignidad de Mujeres y Niños, Digmun, es una de las personas que conoció el caso por casualidad. Como por una coincidencia, el día que se topó con esta familia, en principio monoparental, portaba en el maletero de su vehículo alguna prendas de bebé que iba a entregar a otra familia necesitada con la que mantiene contacto como ONG. Esa imagen le enterneció tanto que no pudo resistir dársela a la madre, quien le transmitió su agradecimiento. Sin embargo, su relación continúa.
“Necesitamos ropa para unos mellizos bebés nigerianos que se encuentran en Castillejos en situación muy precaria. También necesitan un cochecito doble para poder trasladarlos”, lanzó Lorente a través de las redes sociales. En seguida, los resortes de la solidaridad se pusieron en funcionamiento y Digmun recogió, además de ropa infantil, un carrito individual, mantas y almohadas. “Al menos así no tendrá que ir con los dos a cuestas y podrá llevar a uno en el carrito”, destacó.
“Aún estamos interesados en reunir material para entregárselo a ella y a cuantos puedan necesitarlo”, indicó Lorente, quien recordó que su sede se encuentra en la avenida de Madrid, barriada más conocida como Estación de Ferrocarril, fácilmente reconocible porque un letrero en los bajos del edificio identifica sus instalaciones.
Esta entidad reconoce que ahora las necesidades se han instalado en la ciudad y la cifra de usuarias españolas ha aumentado en los últimos años. No obstante, Digmun colabora con las tres monjas de la Iglesia de Castillejos a las que ceden otros objetos que pueden resultar de utilidad a quienes ellas atienden. Recientemente, las religiosas pidieron una silla de ruedas para una persona que cuidan en la ciudad vecina, solicitud que la ONG aprovecha para difundir entre la población.
Cuando Lorente le preguntó a la subsahariana por el padre de los mellizos, la mujer señaló al cielo. Cerca o lejos de la realidad, esta familia representa otra cara del drama de la inmigración clandestina.