Con un plástico a modo de luna trasera, así circulaba ayer uno de tantos profesionales del taxi, el conductor del número 52, que se han convertido en víctimas directas de la inseguridad que, a diario, se produce en el entorno del Tarajal. Una zona en la que los robos están a la orden del día, al igual que las amenazas o los apedreamientos, y en donde los profesionales del taxi se ven obligados a prestar trabajo sintiéndose desprotegidos.
El pasado jueves a uno de estos taxistas le rompieron la luna trasera, después de una discusión mantenida entre marroquíes de los que se apostan en la rotonda ofreciendo servicios. No es la única víctima, hay a quienes intentan coaccionar pidiéndoles dinero, a los que roban directamente o a los que terminan sufriendo daños en sus vehículos al ser objeto de apedreamientos desde la zona superior del Tarajal.
La Asociación de Autónomos del Taxi, a través de su presidente José Reyes, ha reclamado mayor seguridad para unos profesionales que en demasiadas ocasiones se ven solos, desprotegidos, en una zona tan conflictiva como termina siendo el Tarajal.
El hecho de que haya una frontera en la que prestan servicio policías nacionales y guardias civiles podría hacer presuponer que el Tarajal dispone mayor seguridad. Pero la realidad indica todo lo contrario, de hecho la parada de taxis del Tarajal es una de las más conflictivas, produciéndose literalmente acosos a los taxistas de individuos que, bebidos, organizan enfrentamientos entre sí.
José Reyes se ha mostrado muy crítico con esta situación, instando a las fuerzas de seguridad competentes a ejercer una mayor protección en el lugar, evitando situaciones como el atentado ahora narrado que podía haber producido lesiones a su conductor.