El patrón del atunero, en una entrevista con ‘El Faro’ camino de las Seychelles, asegura que la situación era cada vez más insoportable y recuerda los difíciles momentos de la liberación ya que otro barco intentaba también secuestrarlos
Camino de las Seychelles y tras 47 largos días de cautiverio, la tripulación del ‘Alakrana’ se dirigía hacia el final del túnel: pisar tierra después de ver sus vidas a la deriva durante un tiempo interminable para muchos. A unos 7.700 kilómetros de distancia, el patrón del atunero vasco, Ricardo Blach, atendió una llamada telefónica de ‘El Faro’ para contar, con detalles, todo cuanto ha rodeado el secuestro del pesquero.
En la entrevista, el patrón del ‘Alakrana’ reconoció que “es imposible” descansar con el teléfono que no para de sonar, pero agradeció la labor de los medios de comunicación, “que han hecho mucha fuerza”.
–¿Cómo se encuentra la tripulación después de todos estos días de secuestro?
–Ahora mismo muy bien y muy contenta. Además llevamos a la fragata Canarias en un costado y militares a bordo, quienes embarcaron después del rescate. Vamos ‘de vagos’ porque se están encargando ellos de la limpieza del barco, que está destrozado por dentro. Estamos encantadísimos de salir de aquel infierno.
–Supongo que en estos momentos van rumbo a las Seychelles...
–Sí, entraremos mañana (por hoy) a las seis y media de la madrugada, hora local, tres y media hora española.
–¿Podría contarme cómo vivió la liberación y qué es lo que más recuerda de esos momentos intensos?
–Fueron momentos en los que estábamos muy nerviosos porque en el momento de la liberación había otro barco que trataba de secuestrarnos. Como estaban las fragatas Canarias y Méndez Núñez y los helicópteros nos proporcionaron cobertura y cobijo y a partir de ahí todo fue bien. Hasta que llegaron los helicópteros estábamos muy nerviosos.
–¿Cómo se encuentra el resto de la tripulación y, en especial, el marinero que sufría un cólico nefrítico?
–Él ya se encuentra bien. Tenemos otro al que tuvimos que evacuar ayer (por el pasado miércoles) hacia la fragata Canarias con una arritmia pero está estable porque en el barco hay médicos. Mañana (por hoy) le harán un chequeo en Seychelles para poder mandarle con más confianza a España con todos nosotros.
–¿Y de ánimos, cómo están? ¿Volverán a faenar?
–Yo no, porque me jubilo. Este es mi último viaje, que no olvidaré en la vida. Hay gente que dice que no vuelve, algunos supongo que es porque ahora lo dicen en caliente pero lo pensarán en frío y si no tienen otro trabajo tendrán que volver. Otros no volverán, eso seguro.
–¿Cómo ha sido el trato con los piratas?
–Era vejatorio, humillante, terrible y peligroso porque se emborrachaban con una droga que llaman ‘kaht’, una especie de laurel que consumían día y noche, y se peleaban entre ellos. Los primeros piratas nos robaron todo y cuando se producían los relevos los del otro turno se peleaban para quitarse lo que nos habían robado a nosotros. Además llevaban armas, por eso era muy peligroso estar ahí en esos momentos.
–La liberación se produjo a los 47 días, ¿hubieran aguantado mucho más?
–No lo sé. Los ánimos estaban muy debilitados y cada vez eran más los piratas a bordo. Cuando nos secuestraron eran 13, después 20, 30 y en los últimos días 63. Era una situación insoportable porque se robaban unos a otros y se peleaban. Era muy peligroso estar con ellos, nos han liberado a tiempo.
–El trabajo de los familiares ha sido muy importante durante estos 47 días de secuestro...
–Ha sido tremendamente importante. Muy muy importante.
–Supongo que estará deseando volver a casa para abrazar a los suyos...
–Pues ya me dirá. Hemos pasado por momentos terribles: humillación tras humillación, peligro tras peligro, sin dormir, aquí tirado en el puente toda la noche y todo el día sentado en una silla sin poder ir a orinar sin permiso.
–¿Tenía problemas para ir al baño?
–Muchos, y eso que aquí en el puente tenemos un aseo. Cuando me dejaban ni podía hacerlo bien. Yo, en concreto, he estado en pijama y con la misma ropa interior durante 20 días. Imagínese así cómo hemos estado.
–Además estaba separado del resto de la tripulación...
–Sí, el capitán y yo estábamos separados de la tripulación. Ésta tenía más libertad, con puertas exteriores a la cubierta cerrada pero con libertad para ir a los baños, a los camarotes, a la cocina y al comedor. Ellos se movían, nosotros no.
–Entonces se le haría aún más larga y dura la espera...
–Claro, coges un libro y no sabes lo que lees porque al final has pasado diez hojas y no sabes lo que has leído porque tienes la cabeza en otro sitio...
–Los piratas reconocen ahora que nunca bajaron del barco a tres tripulantes, ¿qué sabe usted de ésto?
–Es cierto. Nos han engañado. Siempre han estado a bordo pero en una planta superior a la que no tenía acceso el resto de la tripulación, que estaba abajo. Estaban en una planta superior que la separaba del resto una puerta por la que no pasaba nadie porque los piratas no querían. Yo le preguntaba al cocinero si llevaban comida para ellos pero él me decía que sacaban fuera pero que no sabía si era para tripulantes o para los piratas. Han estado siempre a bordo, los metieron en el bote pero los volvieron a subir. Nunca salieron del barco.
Puerto Victoria, el último esfuerzo antes de volver a casa
Aunque la pesadilla ha finalizado, los tripulantes del ‘Alakrana’ deberán aún esperar para que se cumpla un sueño que llevan esperando durante mucho tiempo: su llegada a casa.
Atrás quedan ya 47 largos días de secuestro y, lo que más recordarán, la liberación. El patrón del ‘Alakrana’ asegura en una entrevista con este medio que fue un momento de tensión, ya que en el instante de la liberación había otro barco que también trataba de secuestrarlos. La tranquilidad llegó con la presencia de las fragatas españolas, que escoltaron a la embarcación hasta Puerto Victoria, en las Islas Seychelles.
Ha quedado atrás un auténtico infierno, no sólo para los tripulantes del ‘Alakrana’, sino también para sus familiares, quienes tal y como mostraban en el reportaje publicado en la edición del pasado domingo de ‘El Faro’, estaban muy preocupados debido a que, además del estado en que se encontraban los suyos, apenas podían comunicarse con ellos.
Ahora la situación es completamente distinta y al cierre de esta edición estaba previsto que familiares y marineros se fundieran en un emotivo abrazo en Puerto Victoria sobre las seis y media de la pasada madrugada (3:30 en España).