Peregrinando por el Camino del Norte, tras dejar Ribadeo y Lorenzana, llegábamos por fin a Mondoñedo. Al llegar a la plaza intento localizar a un personaje de esta localidad que conozco desde que en 1993 me lo presentase mi buen amigo Carlos Herranz. Lo busco porque es aquí, en este lugar, donde pasa la mayor parte del tiempo intentando hablar con alguien al que pueda contar algo de ese “su mundo” raro y misterioso en el que él se siente tan feliz, o simplemente, porque así intenta esquivar la soledad de una sociedad que parece darle la espalda. A él parecía no importarle para nada lo que dijesen o pensasen sus convecinos, y esto es tan verdad que siendo pequeña la localidad en que vive, magnifica “ su papel” luciendo estrafalarios vestidos largos y capas de color negro, en los que sobresalen múltiples adornos de lentejuelas, collares y anillos de carácter astrológico y esotérico . En su cabeza, siempre cubierta con gorros o sombreros igualmente llamativos y raros (que él mismo debe diseñar), destacaba, hasta hace bien poco, una sonrisa bondadosa y formal que hacían juego con unos ojos llenos de juventud y picardía que parecía desafiar al mundillo que le rodeaba, al mismo tiempo que aspiraba conservar la consideración de “MAGO MERLÍN” con el que lo nombrase, en una de sus obras, el famoso escritor mindoniense Álvaro Cunqueiro.
Este año al visitar de nuevo esta villa lucense quise verle. Como siempre me fui a la plaza. Aunque apenas había nadie, él sí. Estaba solitario, sentado en el banco de piedra del zócalo de la Catedral. Sin sus atavíos, con las manos apoyadas en las piernas y la mirada hacia el frente. Apenas apreció mi llegada. Cuando le saludé volvió la cabeza contestando de forma casi ininteligible. En su rostro apagado no encontré más que cansancio y aburrimiento, y es que ( según me dijo), acababa de cumplir ciento cinco años .
Cuando me despedí y crucé la plaza me topé con el monumento en bronce al escritor local, que en su atalaya observa sonriente, desde 1991, la fachada del templo que ahora cobija al “MAGO MERLÍN” que describiera en 1955.
Juan Antonio