Fatima lleva siete años habitando una vivienda de alquiler en la calle Virgen de la Luz, en un lateral de la Cuesta Parisina. Hace ya dos que los bomberos llegaron allí ante su petición de auxilio. Sentían que la casa se caía. “Pusieron los puntales y salieron rápido, explicaron que aquí no se podía vivir... pero no tenemos a dónde ir y la situación cada vez va a más”. Vive con una de sus hijas que explica que las puertas ya no pueden cerrarse, que no se puede subir a la pequeña azotea y que todas las grietas indican que “la casa se está echando hacia un lado y no podemos hacer nada”. Pagan 300 euros al mes y explican que su casero no tiene la culpa. “Él quiere arreglarla, pero la verdad es que nosotras no tenemos a donde ir”. Se preguntan si tienen que quedarse en la calle mientras duran las obras.
Junto a ellas, Farida Layachi espera paciente para mostrar la situación en la que, justo al lado, vive junto a su marido y sus tres hijos. “Se ha caído el techo encima de la cama y sinceramente, ya dormimos todos en el salón pero seguimos teniendo miedo y tememos que cualquier día ocurra una desgracia”.
También está en régimen de alquiler desde hace ya nueve años y el propietario quiere que se vayan o amenaza con cortarles el agua. “No tenemos donde irnos y pagamos puntualmente 200 euros al mes, pero la verdad es que en estas condiciones no se puede vivir y nadie nos da una solución porque nosotros no queremos nada más que vivir tranquilos, sin miedo”, explica la mujer mostrando las grietas que hay en las paredes de todas las estancias de la pequeña casa: un salón, dos pequeñas habitaciones, la cocina y el baño.
No encuentran solución a sus casos por más que aseguran lo han intentado. No existe albergue para casos de emergencia como los suyos ni tampoco se sabe nada de viviendas sociales o alquileres de “un precio que podamos pagar, 200 ó 300 euros, que es lo que pagamos cada mes. Más no podemos, esa es la verdad y parece que todo en Ceuta es mucho más caro”.