{jaimage crop="TC" /}Misión cumplida. Han sido cinco meses intensos, de mucho trabajo donde entre todos han procurado hacer que el tiempo fuera lo más llevadero posible, donde se han compartido vivencias y esfuerzo con un pueblo que está luchando por salir adelante tras una guerra complicada. Con estas palabras, el capitán Victor Carrera, resumía la labor de una tropa “entregada y entre la que se han estrechado los lazos de amistad y el compañerismo uniéndose todos más aún si cabe”. Carrera sabe de lo que habla. Tiene experiencia en misiones y adora su profesión. Aún así, no puede evitar sentir nervios cuando embarca en Algeciras. Su mujer Esperanza le aguarda desde hace tiempo su llegada junto a Víctor, de cuatro años, Álvaro, de uno y medio y Luis, de apenas ocho meses. “Se fue cuando tenía dos meses...ha crecido mucho”. Su padre lo comprueba cogiéndole en brazos. Resume el carácter de un militar hecho a sí mismo que pese a no proceder de estirpe castrense, lo lleva en la sangre. Ella sí es hija de militar. Ambos son gaditanos pero llevan tiempo en Ceuta. Este tiempo separados ha resultado más complicado “sobre todo cuando los niños se ponen malos”, reconoce Esperanza que sabe que su marido cumple con un deber “que no ve como obligación porque le gusta y es feliz”. El capitán reconoce que lo es, pero que su familia es lo primero y que sus compañeros han tenido un comportamiento ejemplar cumpliendo con la misión y eso es, finalmente, lo más importante.
En el Líbano han sido bien recibidos y saben que su papel ha sido importante para la población tanto en la ayuda de rehabilitar casas como en otras muchas. También ha sido duro, pero esos momentos han procurado que se queden en la base. “Las condiciones de vida allí son complicadas, dependen del sustento que les de la tierra y a veces la agricultura no da más de sí”, explican varios miembros del contingente al tomar tierra. Y los momentos amargos han existido pero “nunca hemos permitido que un compañero tocara fondo porque para eso estamos, para ayudarnos y observar que si alguno flaqueaba, enseguida había que ir a echarle una mano”, dice el capitán. Nada más desembarcar, la soldado Rosa María Almenta traslada sus impresiones a los medios de comunicación. “Ha sido una experiencia muy bonita y enriquecedora y aprendes a valorar los compañeros que tienes al lado y te das cuenta de que nuestra labor es muy importante para la población con el apoyo que ofrecemos al ejército libio y el trabajo que realizamos en diversos ámbitos”. Una de sus compañeras, Mª Paz Berenguer, sonríe sin cesar y dice que “ha sido mi primera misión y tengo claro que repito”. Silvia Carmona está muy nerviosa y reconoce que tenía ganas de venir: “Pasar cinco meses lejos de tus hijos es muy duro”.
Misión cumplida
Aún así, todos reconocen que ha merecido la pena. Han cumplido la misión, basada en la consolidación de la paz en el sur de un país que necesita que el Gobierno extienda su autoridad a todo el territorio. Las tropas españolas han supervisado el cese de hostilidades y han hecho posible que labores humanitarias en diversos ámbitos se lleven a cabo, tanto con el desminado y desactivación de explosivos, la asistencia sanitaria a la población y el desarrollo de proyectos cívicomilitares como pueden ser las clases de castellano a civiles y militares libaneses y la realización de proyectos de mejora de infraestructurales.