Si ya de por sí es complicado que la magia del teatro se cree y se consiga en una sólo función, imagínense que el resultado sea el deseado hasta en cinco pases distintos. Pero sucedió ayer, en el Teatro Auditorio del Revellín, con la ópera ‘La Cenicienta’, un clásico adaptado por ‘Comediants’ bajo la tutela de Joan Font y que ‘La Caixa’ ha querido acercar a Ceuta.
De tal modo, escolares de distintos centros de la ciudad, profesores y adultos en general disfrutaron, desde las 19:00 horas de ayer con una producción de este espectáculo que lleva el sello escénico de la Compañía Comediants, pues su director, Joan Font, es quien ha realizado la adaptación de la ópera original ‘La Cenerentola’, de Rossini, y lo ha hecho llevando a cabo una curiosa, divertida, comprensible y original reducción para niños, “tal vez el secreto de esta obra” decía una espectadora ayer, a la salida del teatro y tras ver, junto a su nieta Isabel una función “con buenos sentimientos y bien conseguida”.
También resultó clave, tal y como ya habían anunciado en la víspera los propios actores y organizadores, la puesta en escena, “que ha conseguido reunir los momentos musicales y plásticos más significativos mediante el movimiento de los personajes, reforzado por sus voces; una luminotecnia de efectos especiales que consigue hacer realidad la presencia/ausencia de los músicos y que transforma el espacio escénico en una cocina, con su negra chimenea, o en un recinto palaciego; un vestuario chillón e imaginativo, coronado por pelucas que caricaturizan los personajes; y los movimientos, de gran precisión imitativa, de la rata narradora”, aseguraban.
“Desde luego”, proseguía por su parte la espectadora, “el hecho de que hayan ido tan disfrazados hace que los chicos ya vayan con una buena disposición al teatro porque de alguna manera es como si estuvieran viendo dibujos animados en lugar de en la televisión, en vivo y en directo”, todo ello durante una representación en la que el público pudo disfrutar de los distintos papeles interpretados por la protagonista, la ínclita Cenicienta, repletas de ornamentaciones; y de melodías rítmicas y cómicas, bufas, en boca del padrastro, Don Magnífico, o del lacayo Dandini, personajes que, en su conjunto, consiguieron que al menos por unas horas la rutina quedara barrida de las vidas de los asistentes.