Agentes de la Guardia Civil rescataron la pasada madrugada a siete inmigrantes subsaharianos a bordo de una balsa. La embarcación había sido detectada a través de las cámaras térmicas en la bahía norte, acudiendo en su auxilio la embarcación del Instituto Armado.
El grupo se encontraba en buenas condiciones y había partido horas antes intentando alcanzar la península. Aprovecharon, como se viene repitiendo desde primeros de año, la menor vigilancia que Marruecos ejerce en esta bahía, para marchar, siendo interceptados por los agentes del Servicio Marítimo que se encargaron de coordinar su traslado hasta el puerto deportivo.
Allí esperaba la Cruz Roja, que tan sólo tuvo que repartir mantas entre los inmigrantes ya que todos estaban en buen estado de salud. Patrullas del Cuerpo Nacional de Policía se encargaron de su traslado a la Jefatura Superior para, tras la filiación de Extranjería, proceder a su traslado al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).
La llegada de estos inmigrantes se produce en una semana en la que han salido a la luz varias denuncias de oenegés sobre las presiones que están ejerciendo las autoridades marroquíes sobre la población de inmigrantes clandestinos. Las oenegés critican duramente las “batidas” que se llevan a cabo, que denominan como “auténticas cacerías” debido al acoso que se ejerce sobre los hombres y mujeres que se desperdigan por los montes para evitar ser localizados. De serlo, se produce su expulsión a la frontera con Argelia, referida en el último informe de APDH, en donde el respeto a los derechos humanos brilla por su ausencia y los abandonos en el desierto están a la orden del día.
La colaboración marroquí para cumplir con su papel de gendarme de Europa se ha materializado en la construcción de un férreo muro de forma paralela al espigón del Tarajal por donde, el pasado año, fueron cientos los subsaharianos que entraron a la carrera.