Si la madrugada de aquel 30 de noviembre de 2006 la decisión de los médicos J.J.Q.G. y S.O.A. hubiera sido la de asistir a los recién nacidos y ordenar su evacuación al hospital de referencia, en este caso el Puerta del Mar de Cádiz, ¿qué habría pasado? Durante las dos sesiones de vista judicial (la última la celebrada ayer durante más de siete horas y la primera señalada el pasado 16 de febrero) se ha estado intentando responder a esa cuestión. Lo han intentando distintos profesionales médicos y ayer, de nuevo, volvieron a hacerlo otros dos profesionales más que se enfrentaron en sus conclusiones ya que uno era testigo de la Acusación Particular y otro de la Defensa.
El doctor José Mª López, que ha trabajado en el Hospital Niño Jesús de Madrid, dio un titular: “La actuación” de los imputados aquella madrugada fue “mal entendida, mal gestionada y no se hizo lo que razonablemente y habitualmente se hace”. Para llegar a esta conclusión puso encima de la mesa varias supuestas irregularidades cometidas por los dos médicos que habrían desencadenado en tal aseveración. El caso de marras se encontraba en el límite de la viabilidad, así que no entendía como antes del nacimiento ya se había dado a los neonatos por inviables. Lamentó que dicha decisión se había basado sólo en dos criterios puramente estadísticos: la edad gestacional y el peso, obviándose una tercera cuestión que es capaz de anular a las dos primeras: la situación clínica del feto una vez nacido.
Para López el primer fallo de los médicos estuvo en no prever medida alguna antes del alumbramiento, ya que ante un parto gemelar y prematuro “había que estar preparado”. “Me sorprende lo que pasó”, indicó, criticando duramente al médico pediatra S.O.A. que se encontraba de guardia localizada por no acudir al Hospital. “Se decidió por la edad gestacional que no eran viables, sin que este señor” -en referencia al imputado S.O.A.- “fuera a verlo”, denunció, encuadrando dicha acción en una “denegación de auxilio sanitario”. “Es de sentido común, no se puede valorar a un niño por el peso o la edad gestacional. Hay que verlo. El pediatra ni se acercó”. Denunció además la inexistencia de una historia pediátrica sobre los pacientes y dijo que en la elaboración del test de Apgar sólo se había tenido en cuenta 3 de los 5 parámetros al no calibrar ni el tono muscular ni los reflejos, analizando sólo el color, la respiración y la frecuencia cardiaca, ésta última de una forma “no seria”. Faltó además, a juicio del doctor López, especialista en Pediatría, el análisis de la evolución de los neonatos. “Se les dejó y no se les volvió a ver más”, dijo. “Esa evolución era fundamental. Los niños estuvieron respirando hasta que fallecieron”, añadió. “Había que haber actuado antes, nadie había dejado así a unos niños”, sentenció. Fue especialmente duro al mantener que si en vez de prematuros hubieran sido bebés más avanzados, tampoco hubieran sobrevivido si se les deja sin alimento y sin asistencia. “Había que haber dado apoyo a los niños... eran de viabilidad dudosa pero no imposible”... “si no podemos darle una calidad de vida debemos ayudarles a morir evitando el sufrimiento”, dijo, recordando que a los neonatos no se les aplicó sedación alguna.
El otro punto de vista
La idea contraria.- “No veo error alguno en la forma en que actuaron en este caso los dos médicos... se hizo de una manera correcta”
La especialista en Pediatría y directora de Neonatología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, Salud Luna, calificó el caso como de “riesgo obstétrico” elevado. Recordó al igual que lo han hecho otros profesionales que en casos de nacidos con menos de 500 gramos de peso y menos de 25 semanas de gestación la viabilidad es prácticamente inexistente. Dio además una cifra: que en 2006 en un hospital de nivel 3 (el de Ceuta es de nivel 1) la mortalidad en nacidos con menos de 500 gramos fue del 100%. Defendió la labor de los médicos en la que no vio “error” y calificó de “correcta” y ahondó en el derecho de protección al paciente, es decir, en el derecho legítimo a no ser reanimados. Insistió en que el reflejo de coger el dedo en un inmaduro nada significa y que si no hay consenso a la hora de determinar la viabilidad de neonatos en asuntos como el de marras habría que tener en cuenta la opinión de los profesionales orientada al bienestar de los niños. Para Luna “es tan lícito” el interrumpir una actuación como el de no iniciarla y replicó que de haberse acordado el traslado de los niños a otro hospital la probabilidad de muerte hubiera sido del 100%: “La situación era complicada... era muy difícil que hubieran sobrevivido en el traslado”, aclaró. En el caso enjuiciado la doctora dijo que estaba totalmente justificado el no haberles atendido y que la valoración fue la más adecuada: “Se planteó el bien de los niños, el no hacerles daño”. La doctora definió el caso como límite aunque también matizó que a pesar de las condiciones adversas había que esperar a que nacieran para determinar el juicio concreto sobre su viabilidad.