El cementerio de Sidi Embarek ha acogido este sábado el entierro del joven cuyo cuerpo sin vida fue recuperado por la Guardia Civil el pasado 4 de enero, en la zona de los acantilados de Santa Catalina, en Ceuta.
La tumba número 5073 acoge sus restos sin que se haya logrado su identificación. Vestía un traje de neopreno negro y a su cintura llevaba un flotador de color verde que pretendía ser su salvavidas en una travesía que terminó en tragedia.
Carente de documentos, nadie ha preguntado por él. Se sospecha que pudiera tratarse de un súbdito argelino. Cuando la Guardia Civil dio con su cuerpo al recibir la alerta de unos pescadores, llevaba casi una semana en el mar.
De hecho, se cree que puede ser alguno de los inmigrantes que buscaron el pase a nado justo con el repunte del temporal de finales de diciembre que propició la entrada de algo más de un centenar de personas, la mayoría menores de edad.
En el cementerio de Sidi Embarek se le ha rezado y se ha procedido a su entierro, ante la presencia de trabajadores del recinto, así como de personal de la Funeraria Al-Qadr.
La imposibilidad de una identificación
En este caso, a la tragedia se suma la imposibilidad de saber quién es este joven cuyo destino final fueron las aguas de Ceuta.
El Laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial de la Guardia Civil trabaja en cada caso por intentar conocer esos datos. Muchas veces esas identificaciones se consiguen al tiempo tras el envío de huellas y registro con bases de datos nacionales e internacionales.
La clave en todos estos casos está en denunciar en cualquier Comandancia de la Guardia Civil y en aportar el mayor número posible de datos que sirvan para encauzar esas historias. Porque lo que no se denuncia no existe. Publicar los casos en los medios de comunicación y redes sociales ayuda, pero también hay que denunciar.