Cientos de pequeños ingresados al año en la sala de Pediatría del Hospital Universitario olvidan el dolor en una habitación donde el color y la alegría copan el espacio
Cuando el lunes los Reyes Magos de Oriente visitaron en las habitaciones de la sala de Pediatría del Hospital Universitario de Ceuta a los niños que en ellas descansaban en pos de mejorar de sus patologías, en todos la felicidad, al menos momentánea y causada por la inesperada visita y los obsequios posteriores, se hizo patente, una sensación de alegría que durante todo el año experimentan los pequeños ingresados siempre y cuando se den una vuelta por la ludoteca, ubicada en la misma sala de Pediatría.
“Se trata de un espacio específico habilitado para que los pacientes infantiles puedan disfrutar con juegos y diversiones y que por un momento puedan olvidar que están ingresados en un hospital, algo que no es agradable y pese a lo pequeño que son algunos son conscientes de ellos”, dice Kevin Sánchez desde el interior de la propia sala.
La de Kevin es una voz autorizada pues desde hace alrededor de un año desempeña labores de ayuda y acción social trabajando y colaborando como voluntario de Cruz Roja Juventud en Ceuta.
Precisamente, Cruz Roja, tal y como indica Rosario Álvarez, supervisora de hospitalización médica y pediatría, “es la artífice y la que maneja el uso y la distribución de todo cuanto sucede en el interior de la sala desde su creación”.
Una apertura que se remonta en el tiempo a dos años atrás, “cuando la sala nació de la necesidad de ayudar un poco más a los pequeños enfermos y cuando el gran empuje de la gente solidaria posibilitó que desde el principio nos viéramos con material suficiente para atender a todos los pacientes ingresados”, indican desde Cruz Roja.
En este sentido, Kevin, joven estudiante de bachillerato y como quedó referido anteriomente en el presente artículo, voluntario de Cruz Roja Juventud, indica que “casi a diario vemos cómo la gente colabora trayendo peluches, lápices de colores o películas de dibujos animados”.
Tales artículos conforman de hecho el decorado de la sala, donde un mundo de colores entra por los ojos y alegran a los pequeños: “A veces suceden momentos impagables”, cuenta Kevin, “que son cuando llego a trabajar y al entrar por el pasillo veo cómo los niños que la tarde de ayer jugaron en la ludoteca, están esperándome literalmente con los brazos abiertos”.
No es de extrañar porque dentro los niños esperan con felicidad los artículos con los que juegan, las películas que se emiten por la televisión o incluso los juegos que se descargan, bajo la atención de voluntarios como Kevin, desde la conexión de internet del ordenador, una máquina ubicada en algo así como el mundo de los sueños.