En general no somos conscientes de la cantidad de productos tóxicos que hay en lo que compramos. La falta de tiempo de la sociedad actual hace que no nos paremos a comprobar su composición y claro, tampoco ayuda la letra chiquitina que requiere un gran esfuerzo o incluso, una lupa para su lectura (de eso ya se encargan los fabricantes, al fin y al cabo, cuanto menos sepamos mejor).
Pero a poco que indaguemos, nos daremos cuenta de que nada se salva…. La lista de aditivos que podemos encontrar en nuestros alimentos es inmensa e innecesaria. ¿Para que necesita un alimento un potenciador de sabor? Sin embargo, muchos productos que compramos en el supermercado incluyen glutamato monosódico. Sin contar claro con la multitud de conservantes, colorantes, aromatizantes o edulcorantes artificiales, entre otros muchos, que van en alimentos y bebidas. Por no hablar de los pesticidas utilizados en los cultivos que cada día llegan a nuestra mesa y a nuestro plato.
¿Y qué decir de la ropa que vestimos? Al fin y al cabo, la industria textil está reconocida como la segunda más contaminante del planeta. Tejidos sintéticos hechos con fibras artificiales de bajo coste, más resistentes a las arrugas, porque ya no tenemos tiempo para planchar ni nos gusta, incluso tejidos antimancha, al fin y al cabo, es molesto y se pierde tiempo intentando quitar manchas de la ropa. Tampoco se libran los tejidos de cortinas y tapicerías, bien cargaditos de retardantes de llama.
Como tampoco lo hacen los cosméticos que cada día nos ponemos sobre la piel y que incluyen entre otras muchas sustancias potencialmente tóxicas: derivados del petróleo, ftalatos, parabenos, formaldehídos o polietilenglicoles. Sin contar los más de 3.000 productos que no conocemos amparados por el secreto profesional de los fabricantes, y que pueden llevar las fragancias de colonias y perfumes.
¿Y qué decir del aire que respiramos cada día, bien repletito de los contaminantes ambientales que en nuestro afán consumista hacemos llegar al ecosistema en el que vivimos?
Individualmente tal vez no sean grandes dosis de productos tóxicos, pero son muchas cada día las que llegan a nuestro organismo por cada una de esas vías, sobrepasando su capacidad al sumarse y constituir grandes dosis, que multiplican su efecto y originan problemas de salud a corto, medio y largo plazo. Así que seamos sensatos y empecemos a mirar las etiquetas de lo que compramos porque cuidar nuestra salud, está principalmente en nuestra mano.
María Argentina Rey Fernández (Médico afectada de SQM)