La oenegé Environmental Justice Foundation (EJF) vuelve a poner el foco en la agresión efectuada por las prácticas que ponen en marcha pescadores marroquíes con las redes de deriva. Un informe demuestra los daños que causan en los fondos marinos y la peligrosidad de aquellas que son abandonadas en el mar.
Con anterioridad son múltiples las denuncias de partidos políticos, asociaciones y particulares que se han centrado en lo mismo: las consecuencias de una pesca destructiva que supone una amenaza para las especies además de violar las leyes pesqueras.
Lo curioso de este asunto es que, existiendo una coincidencia en la denuncia y un reconocimiento de estas prácticas constatadas con vídeos e imágenes, sigan no solo permitiéndose, sino que van a más.
En Ceuta no es la primera vez que se ha echado en falta mayor control y se ha grabado el total desprecio demostrado con acciones de este tipo que tienen consecuencias nefastas.
¿Cómo es posible que con pruebas en la mano no se ejerza una sanción ejemplar y se refuerce el control regulatorio exigido?
Marruecos está obligado a mejorar sus controles, como Europa a sancionar y a adoptar directrices claras y eficaces para frenar esta auténtica sangría en el mar.
No se trata de colocarse la banderita ni ejercer una crítica que traiga excesivo ruido, pero poca resolución práctica. Se trata de intervenir de inmediato ante la auténtica barbaridad derivada de estas trampas mortales que van a más a pesar de las prohibiciones nacionales e internacionales.