Cierre del centro y expulsión. No hay más”. Esto dice Vox que hay que hacer con los menores marroquíes que acoge la Ciudad. Bueno, más que Vox, lo dice su líder en Ceuta, Juan Sergio Redondo, que va camino de quedarse solo en el convento tras apartar del camino a los que podían ir haciéndole sombra.
El eterno aspirante a alcalde propone que se cometa una ilegalidad, que ejecutemos un plan para echar de Ceuta a los menores a los que por ley (aparquemos la humanidad, que eso es más difícil de encontrar) hay que atender.
Redondo menea el avispero, de nuevo, buscando el aplauso fácil sobre lo imposible e ilegal, por mucho que disfrace sus propuestas hablando de activar “procedimientos legales”. No los hay, al menos como él quiere. Pero eso le da igual. Solo busca titulares, protagonismo y seguir apareciendo como número 1 aunque sea a costa de decir, proponer o exponer asuntos sin fundamento.
Y si de paso atiza a funcionarios, pues bueno será. Ahora le ha tocado a Toñi Palomo, a la que parecen querer llevar a la hoguera. No hay profesional que domine mejor la materia de menores que ella, lo ha demostrado. Toñi puede caer bien a unos, mal a otros, pero como entendida en la materia poco o nada se le puede rechistar.
Palomo, la funcionaria, es la culpable, dicen. Y Vox, cuya acción política queda en evidencia con este tipo de ataques, opta por menear el avispero a costa de todo.
En política se han superado los límites, hasta camuflar el discurso de odio como hace esta formación, como ha hecho con tantos y tantos sucesos culpando a los menores extranjeros, ‘sus menas’, de delitos que no han cometido.
Habrá próxima interpelación sobre el asunto. No hay más.
Cuando quieras, nos damos un paseíto y hablamos de expulsiones