Estamos acostumbrados a escuchar discursos oficiales centrados en cifras, en puras estadísticas, en fríos datos que parecen orientados a satisfacer el ego más que a valorar la labor de quienes, en la calle, lo dan todo, incluso mucho más de lo debido.
Por eso, discursos como el ofrecido ayer por el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, José María Jiménez, rompen con todo y marcan un antes y un después.
Jiménez se fijó en las personas, en los hombres y mujeres de la Benemérita que han pasado por unos meses de marcada presión, afrontando servicios en los que tenían que combinar el cumplimiento de la ley con la tragedia que se repetía noche tras noche ante sus ojos.
Lo fácil hubiera sido ‘venderse’, preñar su intervención de datos y de números para colgarse medallas. Pero eso no hubiera sido ni justo ni leal a lo que ha ocurrido estos meses.
El máximo responsable de la Comandancia de la Guardia Civil, que como bien dijo la delegada del Gobierno, Cristina Pérez, da ejemplo estando en primera línea, se fijó en los hombres y mujeres que lo han dado todo, que han sacado a cientos y cientos de personas del agua para evitar que se ahogaran, que han lidiado con madrugadas terribles en las que la niebla impedía dar con adultos y niños que clamaban auxilio. Esos sentimientos y esa dureza solo son conocidos por quienes han estado allí.
El teniente coronel quiso agradecerles ese trabajo impagable y lo hizo de la mejor de las maneras, centrando su discurso en ellos, haciéndoles protagonistas a través de sus palabras de este día tan importante, de este día en el que el Instituto Armado festejaba a su Patrona, la Virgen del Pilar.
Asi se habla, asi se hace un discurso, asi se reconoce la labor de estas personas servidoras de la Patria y sus ciudadanos. Enhorabuena y VIVA LA GUARDIA CIVIL