Hay tragedias silenciadas sin razón de ser. No busquen explicaciones, todo se atribuye a la moda, al momento, al impacto. Ahora estamos en los tiempos de lo digital, hasta los políticos nos dicen que tenemos que pasar por el aro para ser controlados por ese mundo virtual que no es más que la muerte de la humanidad. Pero ellos, los que gestionan nuestro dinero, quieren también dirigir nuestras vidas. Y lo consiguen. Lo hacen.
En 2005 la vida no era como ahora. 19 años después todo cambia menos la muerte, la frontera y la existencia de esa barrera que algunos buscan cruzar y otros están encomendados a evitarlo.
En 2005 todo era distinto. Estar en el terreno era mucho más difícil que lo es ahora.
El 29 de septiembre de aquel año se produjo una de las mayores atrocidades en el vallado. Esa madrugada cinco personas murieron en la valla, hubo cientos de heridos. Algunos terminaron en el hospital, otros en cambio los echaron. Los audios del jefazo de la Guardia Civil al que luego los políticos transformaron en director del CETI ‘cuidador de inmigrantes’ fueron un claro ejemplo de esas órdenes.
Un chico murió atrapado entre las concertinas. Desangrado. Se tuvo que llamar a los bomberos para sacarlo de allí. Hubo disparos desde el lado marroquí, por la espalda, como actúan los cobardes. Hombres, mujeres cargadas con sus bebés, perros deseosos de morder, batidas… La combinación del terror más absoluto se produjo aquella madrugada del 29 de septiembre de 2005, pero incongruentemente nadie la recuerda, tampoco nadie pide justicia, ni organizan manifestaciones, ni colocan placas en recuerdo de todo aquello.
La vida, por aquel entonces, no era como ahora. Documentar aquello fue más complicado. Pero eso ya pasó, lo que permanece es el olvido de las tragedias, la elección de algunas, las denuncias de las que interesan… En 2005 no existían los medios de ahora, ni redes sociales, ni denuncias compartidas rápidamente… Quizá para contar las historias se tenía que tirar más de paciencia, de tranquilidad, de comprobaciones y visitas que, de un plumazo, estos negocios virtuales se cargan para que todos, todos los profesionales, hagamos un trabajo peor, mecánico, inhumano, alejado de la reflexión y las preguntas.
Hoy, en 2024, el mismo día de aquellas muertes, sigo preguntándome por qué nadie terminó en la cárcel por disparar a un hombre asustado por la espalda cuando solo quería saltar la valla de Ceuta. Y me sigo preguntando por qué España y Europa no exigieron investigaciones más claras. O por qué publicándose audios que ordenaban devoluciones de heridos, esta clase política decidió premiar con un cargo a quien lo hizo.
29 de septiembre, una tragedia que no todos olvidamos.
Gracias por recordar y hacernos recordar esa tragedia. Y sigue repitiéndose de una u otra manera.