La delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, ha comprobado in situ el desarrollo de las actuaciones que se están ejecutando como parte del proyecto de cable eléctrico. Es, sin duda, una de las acciones más ambiciosas, de mayor envergadura y con beneficios directos para la ciudadanía. Lo es porque, sobre todo, va a suponer un alivio ante los apagones que se producen en la ciudad y que afectan sobremanera a las barriadas de la periferia.
Los plazos se están cumpliendo y las expectativas de lograr que la obra culmine en 2025, a finales de ese año, se mantienen.
Red Eléctrica, promotora de esta actuación, ha cuidado al detalle los extremos de una intervención que supondrá el fin del concepto de Ceuta como isla energética. Y lograrlo ya es decir mucho, porque va a suponer poner el punto y final a la eterna pesadilla de una ciudad que lleva arrastrando años y años de inestabilidad en el suministro, algo tercermundista y que nos alejaba de otros territorios peninsulares.
Quedan meses por delante, buenos propósitos y, sobre todo, aspiraciones claras de que el proyecto va a resultar como se espera.
Que Ceuta consiga esa conexión no solo es bueno por el impacto que tendrá en el ciudadano sino que también supondrá un avance en la consecución de una energía más limpia, menos contaminante y más adecuada a los tiempos por los que hay que pelear por el futuro de las generaciones venideras.