"Recuerdo perfectamente el primer día que abusó de mí". Rememora incluso el coche de su agresor y cómo estaba aparcado. Este viernes en la biblioteca Adolfo Suárez de Ceuta cuenta su testimonio y cómo lo ha transformado en un cuento, en un arma para despertar la conciencia de los más pequeños y no callarse ante "los monstruos".
No es el guion de una película de terror. Es parte de la vida de Pepe Godoy y de otras muchas víctimas. Es el duro peso de cómo a aquel niño, que lo único que necesitaba era protección, le rompieron la vida.
Personas queridas y respetadas que se ocultan o que las esconden por esa espiral de silencio. Ese es el peor de los obstáculos para buscar una justifica real y darle la voz que merecen los afectados. Menores a los que roban la inocencia a base de hacerles sentir culpables.
La culpa
Es el sentimiento que lo ató por muchos años y la emoción que usan los agresores para salir indemnes. Es también la razón por la que, con esta pieza literaria, quiere acabar con los secretos cuando estos hacen daño y hay que contarlos. Nunca se rindió. Godoy, una vez sacada a la luz su experiencia, fue puerta tras puerta para conseguir detener a su agresor. Un entrenador de fútbol que años después continuó extendiendo sus garras.
No fue fácil encajar la mecánica de la ley con la justicia social. A raíz de hacerlo público y de una acción tras otra, un menor denunció. El “monstruo de las tres cabezas” tuvo el final necesario. No fue un niño cualquiera. Era aquel chico que despertó de nuevo su conciencia y removió todo. Lo veía de paseo con él y sabía, de algún modo, que el peligro acechaba.
Cómo nació Yodog
Gracias a un programa de televisión relativo al tema y a su esposa empezó su acción, una lucha que hoy tiene forma de cuento. Yodog es el personaje con el que Godoy pretende alertar a los más pequeños. Esta historia es de acceso gratuito, ya que así lo decidió el propio autor. Está respaldada por el asesoramiento de distintos psicólogos y sirve como herramienta para hablar de un tema tan difícil como lo es el abuso sexual a través de un lenguaje infantil.
Este libro abre una puerta a un aprendizaje que es preciso en los niños para que sepan que, a veces, los mayores pueden hacer cosas que no deben. Así, a través de la vida de este pequeño pez, pueden reconocer al perfil del abusador y qué es una agresión, ya sea de un desconocido o de una persona del entorno.
Vivió este daño que lo marcó de por vida. Un perjuicio que, tal y como señala, no prescribe, pero el enjuiciamiento de su agresor, en cambio, sí. Desde los ocho hasta los once años sufrió de manera continuada abusos. Al crecer él, el agresor se dirigió a sus hermanos que son también víctimas de él.
Padecía terrores nocturnos. Hasta los 44 años ha dormido con la luz encendida. Pasaba las noches en su cuarto con cuchillos bajo la cama. No. Esto tampoco es materia prima para una serie. Es un modo de hacer ver de forma contundente la realidad de las agresiones a los menores y cómo ello tiene una repercusión. La necesidad de ser conscientes como sociedad y de buscar más medios para combatirlo.
Godoy no se siente apoyado en su propio pueblo. La política, allí, le dio el respaldo. Su libro no está en las estanterías de la biblioteca local. Es esta razón por la que tanto él como Javier Rubio, psicólogo forense, hacen un especial hincapié en que participen todos los actores posibles en este asunto.
El cuento ha traspasado fronteras e incluso tiene traducciones en alemán. Yodog es una historia necesaria igual que la de Pepe. La responsabilidad de la ciudadanía y de las autoridades es darles a ambos un altavoz.