Me metí en su cuerpo y lo encontré muy frío, creo que es para poner freno a lo que no deseas. Mi hijo hizo lo mismo, casi con una parada a la altura de la cintura, echarse tu líquido elemento en el pulso, cabeza y tronco, empezó a nadar al estilo morsa, con una soltura que todos postulaban en que era nuestro héroe del momento ya que había que tener ese coraje para en esta época, cuando el sol empieza a dar sus primeros pinitos de calorcito en este mes de mayo; hacer este ensayo de meterse en el agua cristalina y con tiempo de poniente que hace poner la temperatura más baja aú y ser el único en esa calita de la Bolera, valiente y con garras de oso curtido en mil peleas y está salir victorioso de un gran hándicap.
Y los demás se animaron, para poner refresco a sus cuerpos expuestos al sol y mi impresión fue para dar alivio a sus llenas vejigas.
Y llegó la hora de la partida por mi mujer convencida que la comida estaba medio hecha y le faltaba echar el arroz. Y allí quedó nuestra querida playa, con unas lágrimas en las piedras que decían” no me quiero ir, querida” pero ante la orden de la jefa y mi barriga intrusa deseosa de meter comida, me fui de allí con el convencimiento que en pocas fechas volveré a estar junto a mi líquido elemento y relajar mis pensamientos y mis pesadas articulaciones con el reconfortable masaje de tu agua salina.
Las fotos de rigor fueron hechas, y con el testigo de la Mujer Muerta, que dio estética a esa imagen, de una instantánea tan bella y con el orgullo de estar allí, junto a mi más preciada zona tan buena de esta Ciudad Autónoma de Ceuta.