Las noticias sobre violencia vicaria son las peores. Los niños son sagrados, acabar con su vida es horrible y además si quién lo hace es su propio padre es indescriptible la sensación de dolor e indignación hacia personas así; bueno quien lo hace no es una persona, no es un ser humano, carece de sentimientos, es pura maldad, es el diablo encarnado en hombre.
El penúltimo caso apuñalar presuntamente, [apuñalar, se me ponen los pelos de punta] a tu propio hijo de 5 años en Girona me deja sin palabras y, ayer el último caso, dos hijos y su mujer en el Prat de Llobregat y luego suicidarse.
No debemos callar, no podemos permitir que vuelva a suceder, si oímos algo en un vecino, si nos comentan algo sobre alguna persona que está haciendo algo malo a su hijo o a su pareja, no nos callemos, no seamos cómplices, denunciemos, avisemos a la policía o a la Guardia Civil, ellos están para protegernos y sin duda lo harán, tenemos que proteger a estos niños y a sus madres, no miremos hacia otro lado.
Y, además, este último caso en Girona: Apuñaló a la madre pero parece ser que no quería que muriera sino herirla para que sufriera la pérdida de su hijo durante el resto de su vida, con 29 años y ya muerta en vida, porque es eso; esa pobre mujer ya no va a querer vivir, va a ser insoportable seguir hacia adelante.
Y en cuanto al “padre”, [lo pongo entre comillas porque un padre es quién protege a su hijo, lo cuida y lo quiere por encima de todas las cosas y este no es el caso], es un ser infame, de los que por desgracia los hay y no son pocos, se merece lo peor, cadena perpetua revisable aunque si fuera por mí no habría nada que revisar: que se quede en una cárcel de por vida y no vuelva a hacer daño a nadie nunca más.
Penas más altas, encerrarlos con los que son cómo ellos, 0 privilegios -o sea nada de visitas, ni televisión, ni Internet-, aislarlos; que no tengan vida dentro de una cárcel. Son duras mis palabras pero no puedo sentir ningún tipo de empatía ante éste tipo de seres.
Desde el caso de los niños de Córdoba, el caso José Bretón, cada caso de violencia vicaria me los recuerda, no olvidamos a los pequeños Ruth y José.
Dolor, rabia e impotencia, alzemos nuestra voz y digamos ¡basta! Los niños son sagrados, los niños no se tocan.