El Gobierno de Ceuta ha convertido la política de protección de nuestro patrimonio en una especie de apuesta por la improvisación. Es una política basada en lo artificial, centrada en la búsqueda del impacto mientras muere por dentro.
Nos hemos subido al carro de la moda, pintamos de colores nuestras Murallas, el Foso, la Fortaleza… hoy azules, mañana verdes, pasado moradas. Lo aparente, la exhibición, prima sobre un plan global inteligente por salvar y proteger lo nuestro.
No se puede estar más atento a lo llamativo que a lo verdaderamente importante. En patrimonio parece ser así, parece que interesa más la visualización.
Para gustos los colores y de eso parece estar más entretenida Ceuta, de pensar con qué color teñirán las Murallas o la Fortaleza en vez de atender qué ha pasado en la Sirena (símbolo del abandono), qué se va a hacer con el castillo de San Amaro antes de que lo perdamos, qué ocurrió con aquella acción prevista en Valdeaguas o de qué forma vamos a proteger los inmuebles que van perdiéndose sin una acción integral.
A eso voy. Podríamos perder el tiempo en estas prácticas si antes tuviéramos hechos los deberes. Pero cuando algo falla, cuando algo no va bien, resulta inapropiado el camino que parece que nos empeñamos en continuar.
"Cuando algo falla, cuando algo no va bien, resulta inapropiado el camino que parece que nos empeñamos en continuar"
Es una lástima no aprovechar lo que tenemos, no fomentar su cuidado y divulgación. Es una lástima por lo que perdemos y por lo que no sabemos mantener.
La presentación del regalo es importante pero el contenido más. No da votos, bueno; pero nos da historia, vida, respeto y fortaleza. Entenderlo es importante porque de eso depende que sepamos valorar la ciudad que nos dejaron y que debemos ser capaces de mantener.