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Actualmente se está ejecutando el proceso de secado de estos residuos vegetales tras lo cual se devolverá la tierra a la Bahía Norte
La recogida de algas en las playas de la Bahía Norte, Ribera y Chorrillo, una invasión que desde el pasado verano afecta a nuestra ciudad, ha dejado tras de sí horas de trabajo por parte de varias brigadas de operarios que se saldó con la retirada de 1.105 toneladas de estos organismos.
En un principio se hizo necesario el empleo de un plan de choque con maquinaria pesada para recoger la ingente cantidad de algas acumuladas en las playas, aunque en una segunda fase se optó por la retirada manual con rastrillos para arrastrar la menor cantidad posible de arena. Precisamente la recuperación de dicha arena y su devolución a las playas es el próximo objetivo. La empresa Tragsa las trasladó a una parcela cercana a la zona de Calamocarro, donde las algas se encuentran en proceso de secado. Una vez completado este proceso se llevará a cabo la separación de los residuos vegetales de la tierra que se llevará nuevamente a las playas de la Bahía Norte, las más afectadas este año por la invasión.
Fuentes de la Ciudad consultadas por este medio han asegurado que este secado “no está produciendo afectación al entorno”, al tratarse únicamente de residuos vegetales y restos de arena y agua marina. Además, y debido a que la cantidad está muy distante de la recopilada el pasado año, cifrada en 5.000 toneladas, sumado al hecho de que la recogida manual arrastró menos arena que de haberse efectuado con maquinaria pesada, se estima que los kilos a reincorporar a las playas no sean demasiado elevados.
Este verano un grupo de 50 operarios de Tragsa intervino en estas tareas de recogida en las playas de la Bahía Norte, las más afectadas por la invasión de estos organismos que influyen negativamente en las especies autóctonas de los fondos marinos ceutíes.
Las algas se trasladaron hasta una explanada en Benzú desde donde pasaron a la planta de transferencia para, posteriormente, ser enviadas a la Península. De ahí también la importancia del proceso de secado para eliminar todo el líquido que incrementa su peso y, por tanto, aumentan el precio del transporte que daría en su empleo como abono o combustible.
A pesar de las molestias que estos organismos provocan en los bañistas, desde la Consejería de Sanidad ya se anunció en su día que no eran perjudiciales para la salud.