La batalla iniciada por Mar Ruedas y su familia para retener a su lado a Nossair –el joven marroquí al que acogieron en casa hace seis meses y que puede perder ahora el permiso de residencia– arrancó con dudas pero en solo diez días ha recibido un respaldo masivo. Confiaban en el apoyo ciudadano,
pero nada hacía presagiar que su protesta pudiera recabar en menos de dos semanas el aval de 80.000 firmas, 2.000 de ellas recogidas a pie de calle y más de 78.000, hasta ayer, a través de la plataforma Change.org. “Estamos muy contentos, parece que todo va bien, pero aún no sabemos qué ocurrirá”, aseguraba el viernes Mar.
La historia arranca en febrero, cuando el marido de Mar conoce a Nossair en una competición de campo a través. Tras abandonar Marruecos huyendo de un entorno familiar nada acogedor y permanecer casi tres años en el centro de menores ‘La Esperanza’, se vio obligado a deambular por las calles y a dormir al raso. Mar y su marido le dieron cobijo en su casa y le convirtieron en su “tercer hijo”, pero al cumplir los 18 años la Administración les advirtió de que si no conseguía un contrato de trabajo antes del 9 de agosto que garantizase que no es “una carga económica para la familia” no le sería renovado el permiso de residencia, por lo que tendrá que abandonar España.
Su familia ceutí se niega a asumir que unas leyes que consideran absurdas puedan romper los lazos que ya le unen al joven. Las primeras puertas a las que llamaron parecían cerradas, pero el respaldo ciudadano y las alternativas han abierto resquicios a la esperanza. “No entiendo por qué en Extranjería nos dijeron que sin contrato era imposible que siguiera con nosotros. Después de movernos mucho hemos conocido que existe la fórmula del arraigo familiar y ya estamos en ello, recogiendo documentos por todos lados para acreditarlo”, asegura Mar, que en los último mes viaja de mostrador en mostrador solicitando certificados y sellos que certifiquen la conducta intachable de Nossair durante su estancia en la ciudad, su participación en competiciones deportivas, su intención de continuar estudiando... todo papel que sirva.
Mar agradece el respaldo de Caballas y de la Oficina del Defensor del Pueblo, que se ha comprometido a agilizar el caso. La sensación, asume, es “contradictoria” porque las soluciones quedan ahogadas bajo la presión del calendario, que coloca cada vez más cerca la fecha límite del 9 de agosto. Mientras, Nossair al menos ha pasado de “llorar y estar asustado” a “tener esperanzas” sobre su futuro. “Creo que lo conseguiremos”, augura su madre.ǵ