Dejada de la mano de la Ciudad y pidiendo limosna constantemente. Es como dicen sentirse los vecinos de las 317 de Loma Colmenar que, nuevamente, acaban de cumplir un mes sin electricidad.
Calles inmersas en la oscuridad, ascensores y puertas de garajes que no funcionan. Portales y pasillos en los que hay que transitar con linternas. Es un capítulo más y, por desgracia, nada novedoso, en la historia de deficiencias y constantes altercados que comenzó a escribir hace dos años este vecindario.
Vecinos de Loma Colmenar recurren a las piedras para asegurar sus calles
Mohamed Tarek, su presidente, denuncia, sumido en la desesperación, la situación que viven desde hace un mes y que, de momento, no promete una solución inmediata.
“Lo hemos puesto en conocimiento del administrador de fincas y su respuesta siempre es la misma: hay recibos pendientes de pago y que solucionarán el problema de forma inmediata. Y esperando esa inmediatez estamos”, manifiesta Tarek Vivir en estas condiciones no es, ni de lejos, una situación excepcional para los vecinos de las 317.
Se encuentran sin alumbrado público, ascensores y puertas de garaje que no funcionan
“Cada tres o cuatro meses cortan la luz”, señala el presidente, que asegura no saber qué hacer ni dónde acudir “porque he agotado todas las vías”. Los inconvenientes de no disponer de alumbrado público o electricidad en el bloque de viviendas se intensifican para las personas mayores, impedidas o niños que, entre otros, “no pueden hacer uso del ascensor”.
Sin embargo este no es un problema aislado. Es uno más de aquellos que componen la larga lista de denuncias vecinales que presentan desde que se instalaron en el barrio. La falta de badenes, pasos de cebra o paradas de autobús son demandas históricas. “Loma Colmenar se ha vuelto un rally, da miedo salir a la calle”.