Los informes meteorológicos que nos dan a diario hablan de la terrible ola de frío polar que están padeciendo en los EEUU de América. En Chicago están a casi 40 grados bajo cero. En estas condiciones, la vida normal es casi imposible. Se cancelan vuelos. Se cierran colegios. Se hacen llamadas a la población para que no salgan de sus casas, o acudan a los albergues habilitados los que no las tengan, y para que almacenen cuantos alimentos puedan. Las máquinas quita nieves no pueden acudir a todos los lugares. Pero no es solo en Chicago. Hay otras ciudades como Moscú, y países, como España, en los que hacía mucho tiempo que no se veían nevadas con tanta intensidad.
Mientras que todo este desastre sucede, el presidente Donald Trump ha tenido una ocurrencia lanzando un mensaje en Twitter una frase que decía: “¿Qué diablos está pasando con el calentamiento global? ¡Vuelva pronto, por favor, lo necesitamos!”. No sé a sus seguidores. A mí me parece indecente hacer bromas con las desgracias de los demás. Aparte de una ignorancia supina, de la que ya tenemos conocimiento, lo que demuestra este personajillo es una maldad y crueldad extremas. Ya sé que lo que busca es enfadar a todos los que no pensamos como él. Pero no lo consigue. No nos enfadamos. Simplemente obtenemos evidencias y constataciones científicas de que, efectivamente, el mal existe y hay que combatirlo.
No obstante, muchos se plantean la siguiente cuestión: ¿si hay calentamiento global por qué hace tanto frío? Lo que responden los científicos es que el tiempo y el clima son dos cuestiones distintas. Por eso, el tiempo puede ser frío, pero el clima puede ser de calentamiento global. Lo expliqué en un artículo que se publicó en estas páginas el pasado 31 de diciembre, y que se incluyó en el Anuario 2018 de El Faro de Ceuta. Basándome en los textos académicos que se utilizan en las aulas universitarias para explicar estos temas a los estudiantes de distintas especialidades ambientales, decía: “Para comprender de una forma más académica el problema del cambio climático, los meteorólogos y otros expertos en investigación climática hacen una distinción importante entre el concepto de tiempo y el de clima. El tiempo se engendra en la troposfera, que es la capa más interna de la atmósfera, donde se concentra aproximadamente el 75% de la masa de aire de la Tierra... Por tanto, el tiempo serían las propiedades físicas, como temperatura, presión, humedad, precipitaciones, luz del sol, viento…que se produce en cada momento en la troposfera, mientras que el clima sería el tiempo medio de una zona, a largo plazo, incluyendo las variaciones estacionales y extremas del tiempo (huracanes o sequías), tomando la media de un periodo largo, como mínimo de 30 años. Mantener estable el clima es lo importante.”.
Pero, ¿qué factores influyen en el clima?. Los dos factores más importantes que determinan el clima de una región, según los expertos, serían la temperatura y la cantidad y distribución de las precipitaciones. Ambas se producen fundamentalmente por la forma de circular el aire sobre la superficie de la tierra. Y estos patrones de circulación del aire se determinan por una serie de factores naturales y por otros factores provocados, como los gases de efecto invernadero. De todos, el dióxido de carbono (CO2) es el gas de efecto invernadero más importante producido por las actividades humanas, al ser el responsable del 50-60% del calentamiento global. Gran parte de CO2 procede de quemar carbón, pero un creciente porcentaje proviene de los tubos de escape de los vehículos a motor. Lo que se calcula es que la concentración de CO2 y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera duplicaran los niveles preindustriales de 1860 hacia 2050 y continuará creciendo.
Por muy torpe que sea Donald Trump, que lo es, su ignorancia no puede llegar a tanto. Le asesoran equipos científicos de élite, que conocen perfectamente que el carbón y el humo de los vehículos son los contaminantes que más afectan al cambio climático. Pero, tanto la industria del carbón, como la automovilística, son las que más han apoyado a Trump en su campaña presidencial. De ahí la maldad extrema de su mensaje, jugando con la ignorancia de la población para favorecer sus intereses electorales, sin importarle en absoluto el futuro del planeta.
Hace unos años estuve en una estancia de investigación en la ciudad finlandesa de Seinäjoki. La temperatura que teníamos era de 30 grados bajo cero. Allí era algo habitual. Recuerdo que, durante el pequeño recorrido a pie que hacíamos desde el apartamento en el que nos alojábamos, hasta la Facultad, de no más de cinco minutos, se nos congelaban los párpados y las fosas nasales, pese a ir abrigados. Pero, dentro del centro universitario, la actividad académica era intensa y la temperatura agradable. Lo mismo nos ocurrió en otra pequeña localidad noruega, Tromso, en la que también estuvimos en una actividad parecida. Aunque allí la temperatura no era tan extrema (¡sólo 10 grados bajo cero!), el paseo a pie por las calles nos ocasionaba bastantes molestias. Nada que no se pudiera soportar. Y la actividad económica y universitaria discurría con total normalidad. Justamente, de lo que se quejaban los colegas de ambas ciudades, era de que ya no hiciera el frío de antes y de los problemas que les estaban produciendo el deshielo de sus nieves perpetuas.
Las temperaturas extremas que estamos viviendo ahora, pasarán. Y el tiempo cambiará. Sin embargo, el calentamiento global, es decir, el clima, seguirá ocasionando tremendos problemas a la salud de nuestro planeta. Esto no pasará. Como tampoco pasará la estupidez humana. Especialmente la de personajes de este tipo.
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