La familia de Zakaria Ben Sahraoui está desesperada. No saben nada del joven desde que decidió emprender ruta a España enfundándose en un traje de neopreno, con aletas y ayudado de una tabla de las típicas que se usan para la práctica de surf. Así, a sus 25 años, salió de Marruecos, de su hogar en Mohammedia, con la intención de cruzar a España como tantos otros jóvenes que deciden dejar todo atrás, hasta sus propios orígenes.
Zakaria hizo eso, repitió la misma historia que otros compatriotas y dejó atrás una familia, a sus padres y hermanos, pensando que se abría un camino de esperanzas que se difuminó para siempre esa jornada.
El 24 de octubre de 2018 fue el último día que habló con su madre, desde esa fecha nada saben de él. Su ruta, según les contó, le había hecho pasar meses por Alcazarseguir y Dalia donde permaneció un tiempo. Pero llegó un momento en el que decidió llevar a cabo la ruta que a tantas familias ha destrozado. Supieron que emprendía travesía clandestina y ya, después, nada más.
Las continuas informaciones de desaparecidos o el hallazgo de cuerpos sin vida generan alerta en esta familia. Cada caso es un sobresalto, porque no saben nada de Zakaria y no saben si uno de esos jóvenes vestido de traje de buceador puede ser él.
Si dramático es conocer la pérdida de un hijo en el mar, también lo es no saber nunca más de él. Esa incertidumbre es un infierno para una madre que después de parir y criar a un hijo lo pierde y no sabe nada de su vida. Lo es también para unos hermanos que cada vez que ven una noticia nueva vinculada a la inmigración intentan reconocer en las fotografías de los medios de comunicación a su ser querido. En cada joven en traje de neopreno que cruza a Ceuta, en cada cuerpo sin vida que se encuentra en el mar saltan las alarmas porque temen que sea Zakaria.
Saben que si él estuviera bien les llamaría por teléfono. Es lo que hacen todos los inmigrantes cuando llegan a su destino, avisar a sus seres queridos para comunicarles dónde están. Por eso protegen sus teléfonos móviles como un tesoro en las travesías, porque son el elemento que les servirá para darles la tranquilidad a quienes les esperan al otro lado de la frontera.
A Zakaria lo esperan, lo rezan, lo lloran, lo sueñan... su madre, sus hermanos, sus familiares directos. Su desaparición fue notificada en Marruecos pero nunca la Policía les dio noticias de su paradero. Saben que partió, que su idea era cruzar a España. Ahí, en el mar, se perdió para siempre el rastro.
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