Después de 30 días vuelvo a las aulas. He comprado 15 días, es un permiso sin sueldo, una licencia que puedes pedir cada dos años. “Asuntos propios” es su denominación administrativa.
Aproveché el parón de las vacaciones para estirar el tiempo y comprobar que los años, los meses, las horas, se van diluyendo como el agua entre las manos, como el viento que pasa desapercibido en nuestros cabellos.
No lo valoramos porque nos sentimos jóvenes, inmortales, presos de una eternidad imaginada. Somos jóvenes, fuertes, héroes, dioses en el Olimpo de Cronos. La primavera traerá el otoño que anuncia un invierno mordaz, triste, oscuro y tenebroso. Iremos deshaciendo la memoria y nuestros cuerpos comenzarán a desvanecerse. Algunos pintarán un cielo, otra vida, una segunda oportunidad. Otros recordaremos lo que no nos ha pasado nunca, las personas que no conocimos y sitios que no hemos visitado.
Cuando llego a mi pueblo y cuando regreso a Ceuta veo que la vida sigue sin mí, que nadie me echará en falta y que los amaneceres seguirán amaneciendo y que las noches anochecerán anocheciendo.
Recuerdo a Juan Ramón Jiménez en su Viaje definitivo.
Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año...
Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón señala el contraste entre la eternidad de la naturaleza y de las cosas que le rodean frente a la finitud (mortalidad) del ser humano.
La vida sin mí seguirá imparable. Somos olvido, somos nada, el “no te olvidaremos” significa que ya te hemos olvidado como las lápidas de Santa Catalina que han borrado el nombre de los difuntos.
Pensamos que nuestra presencia es necesaria, que alguien nos necesita, que esperarán el CAÑONAZO de las 12 para leer su ruido.
Vuelvo hoy, esperaba bienvenidas, algunos abrazos, gestos alegres por mi vuelta, la complicidad de mis compañeros y el cariño de los alumnos.
No hay nada. Somos desintegrados al segundo, a rey muerto, rey puesto.
Y yo me iré, y desde el Hacho se lanzará el CAÑONAZO.
La Mujer Muerta mirará al cielo azul y plácido.
Las calles resbalarán y la gente se seguirá dando trompazos.
Seguirán cambiando las flores, levantando aceras y Vivas seguirá gobernando.
En la Asamblea, como ahora está pasando, seguirán insultándose como siempre se han insultando.
Permanecerán los enchufes en un nepotismo cotidiano.
Yo no estaré, pero los gatos seguirán abandonados, sucios, hambrientos y el Ayuntamiento, como siempre, seguirá lavándose las manos.
Mi tía Adela, que es sabia siempre me dice que cuando llegue el momento “Adiós muy buenas”.
No somos nada, y menos en bañador.