Puede ser que alguien te lo haya dicho, en un tono más o menos formal, e incluso tú mismo te lo has dicho en alguna que otra ocasión, bien sea por no encontrar tus gafas que dices que las dejaste sobre tu mesa de trabajo, o tal vez porque te cuesta trabajo ir lugares a los que antes solías acudir. Todo eso es cierto y también lo son otras cosas por el estilo, pero ya lo creo que sirves para mucho, incluso con tu silencio, mientras los demás -cualesquiera que sean- lanzan frases que ellos creen son acertadas y llenas de valores.
Ahora, en un año cuajado de elecciones - unas previstas y otras que surgen tratando de aprovechar alguna oportunidad u ocasión de hacerse notar - es muy alto el número de personas que quieren acreditarse como los mejores valores para el servicio de todos, o sea para gobernar y es cierto, también, que es muy crecido el número de las personas que guardan silencio, bien sea por razón de prudencia o porque estiman que esa confrontación verbal que ahora se realiza tiene un valor limitado; pero tienen sus opiniones ya formadas.
Estas personas que parece que ya no sirven para nada tienen su día ya fijada para mostrar su opinión que, por ro general, está bien cimentada en el conocimiento del pasado y el estudio de la evolución de la situación - tanto nacional como internacional - durante bastantes años; más que las que tienen algunos de los candidatos a las elecciones venideras. El estudio sosegado de esa evolución nacional e internacional tiene un gran valor y acredita las decisiones que se puedan tomar. Es cierto que vamos a tiempos nuevos, ¿pero donde han nacido?
Esas personas de las que puede que se diga, alguna vez, que no sirven para nada, son muy valiosas por su experiencia y sobre todo, porque no tienen apetencias de poder. Son, simplemente, personas que tienen experiencia y, por ello, valiosas de muchas formas, aunque alguna que otra vez no acierten a encontrar sus gafas aunque estén en su bolsillo. En las familias, constituidas, por personas de sucesivas generaciones, se nota la valía de la gente joven bien formada y, al mismo tiempo, la decadencia de los más mayores, ¿pero no sirven para nada?
Yo, que soy el mayor de mi familia, puedo asegurar que día tras día se acrecienta el cariño hacia cada uno de los componentes de la familia y de los que se espera que lleguen en fechas más o menos seguras. Eso yo creo que sí sirve y para mucho. Sirve para adentrarse, de alguna forma, en el corazón y en el alma de cada uno de sus sucesores, lo cual tiene ese especial valor de acudir en momentos que pueden ser difíciles, en alguna ocasión. Siempre se sirve para algo, aunque sea para dar la lata. Siempre hay que tratar de dar la mayor cantidad de amor.