Dice el Gobierno que la nueva empresa de limpieza tendrá su entrada efectiva en funcionamiento este mismo mes.
Ya saben, los anuncios siempre parece que los carga el diablo y cuantas más fechas se dan menos se cumplen.
Los ciudadanos solo pedimos una empresa que cumpla con sus cometidos, nada más.
La Ceuta turística que quiere venderse y las imágenes protagonistas de los publirreportajes abonados en caja chocan con unas calles sucias y unos rincones abandonados. Del centro a las barriadas los resultados no son los adecuados.
Tal es así que ya ni siquiera nos atrevemos a pagar por el regalito de la escoba de plata u oro con el que la institución buscaba antiguamente sanarse en vida. A mí me hacía mucha gracia cuando el consejero de Medio Ambiente de turno acudía a recibir el premio e incluso creía en su reconocimiento sincero cuando no era más que una burda campaña de imagen tan necesitada como ridícula. Es algo demasiado común entre los mortales, pagar para que digan la joya que estás hecho, aunque no llegues ni a baratija.
Servilimpce, que ha sido una manera complicada de etiquetar la nueva empresa de limpieza, desembarca con la marca de terminar con esas imágenes tan negativas de una Ceuta comida por la basura.
Para conseguir algo tan sencillo como es hacer tu trabajo, la Ciudad está en labores de seleccionar un gerente estrella. Fíjense que dicha selección la han encargado a una consultora internacional. Ahí es nada.
La ruta para salir del entuerto era sencilla, pero empeñados en revolver el río para buscar las ganancias para algunos pescadores podemos terminar teniendo otra empresa con agujero incluido que ni luzca ni dé esplendor.