Cuando la razón aún no anidaba en los hombres los planes se consultaban con los oráculos, y de ello se pretendía la respuesta para obtener una feliz resolución a los problemas; y cuando se tenían diversas soluciones, se respondía a la duda diciendo: “haré lo que me haga sentirme bien”. No se optaba por lo racional sino por el plan cuya imagen les hiciera sentirse más esperanzado …. más feliz. Y era así porque se interpretaba el buen ánimo como obra de un Dios que promete el buen éxito y hace que “su razón”, racionalidad suprema, hable a través de él. Ya desde muy antiguo se ensayaron razonamientos más o menos coherentes, pero fue Aristóteles (siglo IV a.c.), quién si no, que en uno de sus más importante Tratados (La Lógica) sistematizó el razonamiento dotándolo de un procedimiento propio y único (juicio) llamado silogismo en el que mediante la comparación de premisas, se llega a conclusiones que se evidencian como verdad o falsedad. Ya hace varios siglos (desde el XVIII) que la facultad de llegar a la verdad, definitivamente dejó de ser patrimonio de Dios, así fue la razón el único procedimiento para llegar a la verdad, verdad que se arrogaron exclusivamente los hombres …. incluso la razón como extraordinaria facultad humana se elevó a la categoría de Diosa (mayúscula incoherencia). Razonar es pensar con lógica, que es el fundamento del comportamiento intelectual, base de la cultura occidental; así la racionalidad, esa modalidad de pensar, obtuvo su legitimidad porque está basada en principios universales que tienen que ser aceptados por medio de la convicción. Es la “pescadilla que se muerde la cola”: es un planteamiento circular, pues, el sesgo de la razón no puede ser planteado ni superado saliéndose de la propia razón. El razonar es un mecanismo de la mente humana que ayudado de las reglas de la lógica permite, con ciertas garantías, el intercambio de ideas, la relación entre los hombres, convirtiendo a la argumentación, la discusión y el diálogo, en los medios necesarios para el desarrollo intelectual, condición necesaria para la consolidación del conocimiento suficiente para el establecimiento de las relaciones de todo tipo …. morales y políticas. Son las capacidades de razonar junto a la del lenguaje las que rotundamente nos definen como humanos. Resulta apasionante seguir la pista, hasta su origen, de esa fabulosa facultad de razonar, es decir , buscar el “orden lógico” en el entendimiento de lo que sucede a partir de las percepciones de la realidad. Esa facultad de razonar no apareció de súbito en el ser humano sino que fue la consecuencia del lento discurrir de las experiencias a lo largo de miles de años. Y fue en la Antigua Grecia donde se le presta atención y se sitúa el origen de esa extraordinaria facultad del pensamiento; de tal importancia que revolucionó y cambió radicalmente el proceso y evolución de la humanidad: fue un paso de gigante el de aquellos “primeros filósofos”, los llamados presocráticos, anteriores a Sócrates, (siglos VII a.c. al IV a.c.) que se apartaron de la mitología, de la explicación tradicional del origen de los hechos y las cosas, y que pusieron al conocimiento en disposición de cierta teoría especulativa, es decir, de la Filosofía, que significa pensar para ampliar el conocimiento más allá de las experiencias influidas por la práctica indivisa de la tradición (mitos y leyendas) enfocándolas en la esencia de las cosas y buscar desde ahí los primeros principios.
Ya hace varios siglos (desde el XVIII) que la facultad de llegar a la verdad, definitivamente dejó de ser patrimonio de Dios, así fue la razón el único procedimiento para llegar a la verdad, verdad que se arrogaron exclusivamente los hombres …. incluso la razón como extraordinaria facultad humana se elevó a la categoría de Diosa (mayúscula incoherencia)
Estos primeros pasos se continúan, se concretan, se sistematizan y codifican con el trabajo filosófico de Sócrates, Platón y sobre todo con Aristóteles, que con autoridad y convencimiento fueron los iniciadores de la idea y de las primeras experiencias de una cultura racional. Ellos fueron los pensadores con los que por primera vez, la realidad, el mundo que nos rodea y nosotros mismos, su orden y su origen se representa como un problema al que hay que buscar respuestas, solamente, acudiendo a los recursos de la experiencia y del pensamiento …. unas respuestas sin misterios. A partir de ahí los hombres comienzan a apartarse del ideario de las antiguas divinidades que son reemplazadas por la observación de los elementos de la naturaleza que son el referente poderoso para las decisiones y la acción. Y lo más importante es que se empieza a comprender y a difundir que el conocimiento es libre, y que aunque a veces se presente imperfecto, hay que debatirlo y defenderlo, y que hay que justificarlo con argumentos y que por lo tanto el conocimiento no es un “regalo” de ninguna entidad superior, sino que es producto del esfuerzo del pensar humano …. Y cuyo resultado final será la ciencia. Como se ve, desde esta edad antigua de la filosofía se empieza a representar una sabiduría, una inteligencia práctica al servicio de la sociedad que pone en discusión el orden humano establecido por la tradición, traduciéndolo a formas entendibles al pensamiento. No es que la especulación se aparte por completo del conocimiento del Cosmos, que era una gran inquietud de aquellos griegos,( y hoy lo sigue siendo de nosotros), pero sí se concentra en el mundo de los hombres …. queda claro que se intenta sustituir al poder divino aproximando a los hombres a su propia determinación. A partir de ahí, cada propuesta debe estar dispuesta a la crítica y al debate y debe ser fundamentada con coherencia donde sólo el diálogo y la confrontación pueden establecer su legitimidad, que se debe ajustar a la razón, razón que aunque, al principio, suponía una provocación, autoriza el derecho a la búsqueda personal de la verdad …. Ya no se repite lo que por ahí se dice, o lo que dice la autoridad, sino que hay que poner el nombre de quien niega o afirma, demostrarlo y asumir la correspondiente responsabilidad y defender lo que se ha dicho.
Después de cientos de años de un largo proceso, pensar con lógica se ha convertido en la “marca” y garantía del comportamiento intelectual en la cultura occidental; ahora el desenvolvimiento de nuestras relaciones se realiza conforme a principios lógicos (al menos así debiera ser) que otorgan carta de validez entre los interlocutores. También desde no hace mucho (unos cientos de años no significa nada) admitimos que es el invento griego de la razón el que permite con fidelidad el intercambio y la relación entre los hombres y que su contribución ha sido fundamental en el conocimiento de la noción del Cosmos, con lo que podemos expresar la idea de que la variedad de los fenómenos naturales constituyen un conjunto ordenado, y que está sometido a una regularidad en donde cada cosa tiene su lugar; y por otro lado también admitir que la razón nos conduce al concepto de justicia, que fundamentalmente se refiere a la idea de orden aplicada al universo social y a la racionalidad en el mundo de los valores aplicados a las relaciones entre los hombres …. Pues cuando surge la injusticia, la razón rechaza con claridad el planteamiento propuesto …. la discrepancia se hace evidente. No obstante, hasta en nuestros días, siempre, ha habido un hándicap (un gran inconveniente) opuesto a la razón, y es la presencia o la reminiscencia de un oscuro pasado religioso. Si analizamos con detalle la Historia, veremos, desde el origen, cómo se han elaborado los dos conceptos y sus causas: Las religiones, cualquiera de ellas, tienen su origen en el desconocimiento de la verdad y su causa siempre ha sido, y es, la ignorancia. Para el creyente la ignorancia no supone ningún problema; no necesita ningún esfuerzo …. no precisa el conocimiento para responder a sus preguntas, pues, en cualquier religión siempre hay un Dios que las responde.
Los “sabios”, los estudiosos de nuestro tiempo, que se creen admirables, deben valorar si la evolución hacia la globalización ha sido necesaria y por tanto provocada, o es irremediable….
Para los no creyentes, responder a las preguntas exige un enorme esfuerzo ….. incluso para algunas preguntas ni aún reunido todo el conocimiento y el esfuerzo acumulado durante miles de años han resuelto, todavía, las grandes dudas…. aún no se ha dado respuesta a las grandes preguntas. Pero de lo que no hay duda es que el salto a la fe, a creer sin más, porque alguien lo dijo, o porque alguien lo escribió sin más compromiso de decirlo o escribirlo (autoridad que se arroga la Iglesia) sin posible comprobación, por no ser razonable, no es recomendable….lo no razonable es una temeridad, cuando no una ilusión…. Aunque a lo largo de la Historia se han hecho esfuerzos por reconciliar los dos conceptos, razón y fe (escolástica medieval), es una tarea imposible, pues la fe no permite ningún tipo de reduccionismo que permita su análisis. La razón es una capacidad humana que nos permite establecer relaciones entre las ideas para llegar a conclusiones y poder discernir entre lo falso y lo verdadero, siendo la verdad la que constituye nuestras convicciones. La fe es la creencia por la que llegamos a conclusiones derivadas de los dictados de los dioses, que como no puede ser de otra manera, escapan a cualquier método de conocimiento humano (que son los dogmas), lo que significa una burla y un insulto a la inteligencia. Si repasamos la Historia con ecuanimidad, sin apasionamiento (y ya hemos tenido mucho tiempo para hacerlo), apreciaremos el sufrimiento y la sangre que costó llegar al iluminismo del siglo XVIII (siglo de las Luces) y comprenderemos el gran esfuerzo que supuso crear conciencia de la propia razón que nos lleva a la confianza, a la libertad, a la dignidad, a la autonomía y a la emancipación …. en última instancia, a la felicidad, donde se establece que con la razón humana se construye una mejor sociedad, sin desigualdades, garantizando los derechos individuales de cada hombre, y poder desarrollar sin límites la educación y la política de cualquier país ….
Creo que la actualidad no refleja el resultado de esa buena intención, sino todo lo contrario, y eso significa que algo estamos haciendo mal …. muy mal, y los datos lo confirman
Creo que la actualidad no refleja el resultado de esa buena intención, sino todo lo contrario, y eso significa que algo estamos haciendo mal …. muy mal, y los datos lo confirman: no es que estemos en ciernes de un proceso de degradación climática, sino que el proceso ya está muy avanzado; el exagerado consumismo de una parte de la sociedad exige una explotación desmesurada de los recursos, y es ese abuso el que ha provocado el desequilibrio de la naturaleza, causa del trastorno climático y sus consecuencias: la pobreza y la ignorancia intencionada en los países explotados que provocan inevitablemente rebeliones y guerras constantes …. éxodos masivos de millones de personas, por doquier; guerras repartidas en todos los espacios del planeta que nos amenazan como una maléfica espada de Damocles. Los “sabios”, los estudiosos de nuestro tiempo, que se creen admirables, deben valorar si la evolución hacia la globalización ha sido necesaria y por tanto provocada, o es irremediable…. Se ha generado una prisa por vivir que provoca el incontenible estrés que es el mal de nuestros días; no se puede vivir en un desasosiego constante …. la velocidad, la inmediatez que exigimos en el espacio y en el tiempo rompe el curso de la naturaleza, que tiene su propio ritmo …. ¡¡ A donde vamos con tanta prisa!! ¿ Habremos estado equivocados desde siempre y la razón no es tan razonable como habíamos pensado? Creo que debemos prepararnos para un cambio de paradigma …. Y aunque el pesimismo se respira en el ambiente, dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Para la humanidad siempre ha aparecido el día después …. el de mañana.