Theodore Roosevelt nos dice “Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser grande o democracia”. Después de unas vicisitudes cansinas y demoledoras procedentes de una política vestida de perturbadora y poco instructiva, donde todos han ganado y muchos han perdido, nos hemos ido a la cama con la sensación de que, después de una deliberación fraudulenta, hemos decidido romper con nuestra ideología de muchos años para caer fundidos en los aledaños de una nueva expectativa. Cambiar el voto por culpa de unos perdedores que no se merecen vivir en nuestros pensamientos pero que nos han obligado a ello, nos lleva a la conclusión de que se quedan con un partido que no es suyo y que, sin temor al error, un día dejarán perdido en la miseria y en la decepción. Hablar o escribir del Partido Popular en Ceuta es perder ese tiempo que la vida nos ofrece, aquel partido por el que muchos lucharon durante años para que fructificara en una formación homogénea y cargada de ilusiones. Hoy muchos nos damos cuenta de que, a pesar de haberle dado el voto y la confianza durante años, donde ser apoderado o interventor era premisa ilusionante, es ahora carente de ese prurito de esperanza que fomentara en una España fructífera y avanzada, aderezada supuestamente por la intolerancia y la desidia de un Señor que nunca supo valorar lo que era ser conservador y que tenía un ramalazo izquierdoso que ahora empezamos a perpetuar en nuestras mentes. Pero mayor ha sido la sorpresa al consumir la propuesta del miedo que, sin tener consistencia, ha calado como cuchillo en la inocencia del votante.
Son muchos los que se han perpetuado en la idea de que Ceuta estaba por un cambio, que no ha producido los efectos deseados por una oposición atroz basada en la mentira y en el caladero de la trompeta, posiblemente el mejor instrumento que pueden utilizar. Es realmente vergonzoso que estas armas beligerantes hayan irrumpido como una falta de respeto al contrincante, sin tener en cuenta que tratan con personas y que optan en buena lid a buscar un futuro diferente.
Aunque los resultados para VOX hayan sido excelentes por ser la primera vez que aspiraba a gobernar una ciudad con un futuro muy negro, el programa de este neófito partido, con una estructura económica por debajo del mínimo, la ciudadanía ceutí se ha pronunciado con mesura y educación por darle una confianza exigua pero extensa para presidir y calibrar los problemas que, día a día, proliferan en lo que ha sido nuestra tierra durante mucho tiempo y que poco a poco, la convivencia de la que hablaba el ínclito Señor, va perdiendo hegemonía y perseverancia. Juan Sergio Redondo y su equipo de personas dedicadas en cuerpo y alma a resucitar aspectos que muchos no han querido ver, tendrán el futuro en sus manos cuando, ese partido que un día fue de muchos y hoy es de muchos menos, caiga por su propio peso en la penumbra y el desarraigo. La gobernabilidad que predican con soberbia y un hálito de desprecio, se encuentra fundamentada en la decadencia que promulgan sus actuaciones que muchos desprecian, partiendo de la base de que no tienen mayoría absoluta, obviando que no hace mucho tiempo llegaron a tener 19 consejeros, luego algo menos y hace cuatro años solo tuvieron 13. Ahora con nueve, vacilan ante la sorpresa del votante malhumorado que no necesitan unirse ni gobernar con nadie pero si unirse con el PSOE en hechos puntuales que, seguramente, el pueblo no les perdonará. Esa condición gusta a muchos de los que votamos a VOX porque, dentro de cuatro años, esta formación política superará en votos a aquellos que tergiversan los efectos de una política permisiva, que es precisamente lo que Ceuta no necesita. Serían muchos los ejemplos que se podrían esgrimir, no ya solo por la entrada masiva de MENAS e indocumentados, peligrosidad en las calles, una convivencia inaguantable, ¡no!. Construcciones ilegales que incluso cierran calles en varios barrios de la ciudad. Parece ser que estos detalles de primordial importancia no lo son para los que llevan dos décadas en la poltrona, con el deterioro que ese hecho conlleva y que nos quieren hacer ver que, gastando una millonada en una Gran Vía horrorosa, van a paliar nuestro desasosiego. Desconozco si el PGOU del año de 1992 sigue con la coletilla del vigor, perjudicando unicamente al que lo sufre directamente.
Sin temor a equivocarme, no llego a comprender la actitud de los musulmanes de El Príncipe, especialmente en el Colegio “Reina Sofía”, insultando con vehemencia a los cargos electos de VOX, cuando estos señores no se dedican a romper papeleras, maceteros, mesas y sillas, etc… con la educación precisa y visitando, como es su obligación, todos los colegios electorales, fueron tratados y expulsados de un territorio que, hasta que no se demuestre lo contrario, es español y que fueron vilipendiados, unicamente, por defender unas ideas que podían gustar más o menos pero que lo hicieron sin la agresividad con la que fueron retratados. En cambio, a estos españoles musulmanes, qué promesas les habrían sugerido y prometido, no se sabe quien, para no votar a partidos como Caballas y MCyD, lo cual es totalmente incomprensible.
Si yo fuera el responsable de VOX, optaría por denegar el auxilio al partido que ha ganado las elecciones y lo dejaría en manos de lo que decidiera Madrid que, como siempre, tendrá la última palabra.
Como mensaje a este nuevo partido con las siglas VOX, les recomendaría el lema del Liverpool “You’ll Never Walk Alone”, en castellano, “Nunca caminarás solo”.
Bla,bla,bla,bla,bla,.... llorando por las esquinas
Bla bla bla bla son los restos del lenguaje de progres, sociatas y comunistas que han perdido su orientación en la vida debido a la entropía en la que se instalaron desde el nacimiento del marxismo.
Sr. Álvarez, es de alabar su destreza para eliminar el pésimo contenido del anterior comentario que, sin lugar a dudas, es la expresión presente de lo que significa esa falta de cultura latente en esta sociedad podrida que vive en un peligro constante. Le felicito por lo conciso de su escritura. Gracias.